Pupilas de luz para la hija blanca del alba,
sonrisa de flor te derramas en miel
para mis ojos de temor surcido;
retinas de desamor rebosando vacíos.
Cúbreme Señor de atardeceres cálidos...
Mi alma necesita de alimento
para llenar botijas de sueños envejecidos
y emprender el camino de la redención.
Robaré celajes para mis ojos cansados,
lloraré todas las lunas para mis brazos vacíos.
Guardaré aún las pocas fuerzas que llevo
para encontrarte, porque sé que aún buscas
y tu, ingrata esperanza mía,
pisas las huellas que te dejo.
La primavera ha llegado y aún las flores
saben entretenernos con su color y perfume
Te esperaré en el último tramo de escalera...
Voy subiendo la vida porque en el ayer,
los dos, bajamos demasiado aprisa.
-¡No sabía qué eras y qué seríamos!-
¡Qué echaré sobre mis hombros
cuando el tiempo relentice mis ideas
y el desamor sea ralo cobijo, mi testigo!
Lloraré recuerdos apenado y de camino,
en el último tramo de escalera
seré de tu olvido allí sentado esperando...
¡Que hable el mar con una caracola en mis oídos!
Elisa en "don Anselmo".
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