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viernes, 26 de marzo de 2010

Perfil





Tú quieres que me recoja,
que sea capullo de rosa
que arome tu vida, toda;
ser existencia infinita
siendo yo, agua para tu sed
la  que te inunde la vida.

A.Elisa Lattke V.




11.03.2008






Como una semilla te traje de algún lugar a mi memoria. Como un grano vinculado a la tierra te sentí germinar dentro de mí, para saber que ya existías en el mundo; que en alguna parte de este lugar al que llegué cansada de buscarte, me empujó uno  de tus deseos por este pacto eterno con la Vida. 
Te intuí.

¡Oh, grano ineludible de sempiterna gracia, principio de mí! 
Tú, que soportas en el vientre de las ansiedades humanas mi vuelo a estos confines de la energía, sigues temiendo a la materia donde habitas. Vuelo nocturno, aleteos de palabras inconclusas con soledad de caminos ciegos, por donde el alma se arriesga, mecida por el influjo de sus sueños. Y, en soledad que no desea irse, no sin traspasar la distancia, se consuela en su falta del Ser que le evoca.

¡Oh, espíritu mío, imprescindible principio de mi ser irrefutable!
 Me abandono en este cautiverio y desamparo, el que me proyecta al vínculo con el cielo y la tierra, el que me lleva a ser del agua, viento y llama del amor y la muerte.
 ¡Oh, mi soledad interior! 
Desprendida, arrebatada a las entrañas en cada arribo tan anhelado y doloroso; proyecto insaciable del yo, requerimiento en círculo. Eres urgencia igualmente en el fulgor que habita el devenir inacabable de mis destierros, siendo de un todo brote y de un vínculo que espera.

Late esta sangre mía cercanías del aire que respiro, de viento que me distrae del verdadero desarrollo de mi grano y, tú, núcleo de mi existencia conmovido, ante este dolor de renacer de nuevo. Espacio sin rostro pero con presencia, camino que me construyes, huellas que sin pasos se borrarían perdiéndose con el sollozo de un brillo en el confín del Universo; algo insignificante acá en este lugar, pero sería una auténtica tragedia para su temporal existencia.

Serena va la noche algunas veces, deseosa de no sentir el cristal del agua chocar en la superficie de la luz, cuando teme al insecto transformándose. Antes, eras fuego artificial, balada en colores, murmullos de silencios, risas intuidas y lágrimas sin testigos; no se inquietaba ni la luna, cuando su palidez de ámbar cambiaba. Ahora, al alba, se hace témpano descongelando al sol de los días que vigilan.... Y,  la semilla del mundo, esa loca necesidad de un algo que se cubre de tierra, crece en su círculo de pensamientos, se hincha, dilata, cambia y no cabe en sí del gozo que le proporciona  existir para efímero  sentimiento cuando marche.
 ¡Oh, dios mío, qué me llena dentro y cómo explicarlo!

¡Ay de mi incertidumbre que entrelaza hilos!
Que se arropa con enredada esperanza en su irrompible telar de ensoñación, cuando en realidad es sólo resignación que se acostumbra a ser siempre perdedora. Cuando borda la vida sin saber cómo todo puede ser un mero artificio concebido por la mente. Cuando teme no hallar al otro lado de la barrera que le separa, el camino que escogió para volverse satisfecha del mundo; cuando por el dejará en cualquier instante en que apague su último farol de su camino, su única y verdadera Luz de la que siempre se ha iluminado.  No, nunca podrá ser sabiduría la resignación porque mi torpe existencia te conoce. Si fuese río que fluye con ímpetu en la palabra deslizándose en el esplendor de un gozo, que sabe de donde le viene pero no sabe el por qué le sucede así. Cualquier otro diría que no existo, que no soy, que sólo me sabe por cómo lo digo, pero que mis palabras no me pertenecen, porque son de un tiempo en que anduve y se quedaron en mi cerebro grabadas y eternas en la química de mis átomos, dirá que, acaso mienta o sea un ser que nunca existió para ser tangible en el mundo. 

Pero será para quien lo piense. Pero yo seré quien sé de mí porque razono esta conducta de mar interior en la vértebra abismal de un pensamiento que me pertenece porque es de todos mis yoes; cuando echo la red allí dentro de mí y busco al ser en el resultado de un sueño. No en vano el agua pasa sin decirnos que  nada sabe y que cuando pasa, reconoce la hilera inconfundible de seres, los  que nunca atraparan pececillos para saciar su hambre. Necesita desagraviarlos y darles la oportunidad de ver, que ellos, se imaginan en la pecera porque mañana serán todo lo contrario.

He caminado por tu orilla con esa dicotomía del  desgano rebelde y esperanzado, pero aún así llena de dudas por este estado interior de meditabundos vacíos. Y puede que, en este bolsillo de los años donde guardo la única moneda de mi suerte, la tire a lo alto para pedir 'cara'. Allí en el mismo bolsillo donde se guarda el pospretérito, hallaré algunas cuantas monedas más para pagarme una ilusión con lo mejor que sé de mí misma. Si así fuese se acostaría mi alma de una vez  y para siempre para pasar de nuevo hacia su eternidad, sabiendo que me esperas.

Me gustaría resolver mis pasos de este caminar  sin alas, sobre las ramas donde me subo y soy ave. Me gustaría resolver mis deseos insaciables acosados por tantas ideas multiplicadas, cerrar  el muro, descubrir que ya no hay paso hacia atrás,  para no quedarme  a lamentarme apoyada en el mismo, atormentada por no saber seguir lo que aún me falta de camino. He conjugado tantos temores, que no sé cómo puedo permanecer inconmovible ante mis errores que son pocos; pero si sé de la nimbada realidad que me acompaña y que está allí esperando confiada, porque cree en mí; entonces, sí  sabré por que este grano, esta semilla  se transforma, crece  y es  gloria y majestad de un sueño, donde el amor es grano del trigo y éste, hermano del trigo. Es su guía pero también su más triste tropiezo en este lado de la vida, donde ahora son sólo semillas.  



 Elisa Lattke 

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