a la sombra de los mares, recordándola;
a la sombra de montañas, voy amándola
y por las sombras entre sombras voy muriendo.
Este mundo del tránsito de un sueño
viene de la luz a cuerpo trascendido;
danzante del insomnio más sufrible.
Siempre con amor y sin el, nos vamos yendo
y se vive una ilusión, enamorándola,
por la mortal condición siempre perdiéndola
y en sombras de nuestra sombras, reflejándola.
Noctámbula luciérnaga sin dueño
llorándole al amor amanecido,
y muriendo creyéndolo tangible.
Elisa
2010
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