Amigos, familia y conocidos

jueves, 30 de septiembre de 2010

Y más nos vale (Relato en diálogo)



(Historias de Las Colonias)


Juán, sabes tú, hermano... Esto de ser humanos se nos escapa a todos, es como una triste humareda que se resuelve al viento de los que ocupan nuestras mejores tierras. De nada ha valido que don Jacinto el cura nos enseñe un poco de todo y nos traigan su cultura, ya ves cómo nos tratan, Ninguno se salva. El pobre está amedrentado, y aguanta, porque necesita reales para sostener a tantos que sufren como nosotros.  Sólo reza y no sé si Dios está tan desocupado para atender u oraciones.

-Pero nos queda un galopar hecho de sudores, por la extensa pradera cuando de soles se baña... En la grupa acosadora con espuela de cansancios y en los ijares el eco del relincho, de quien nos fustiga pra ser feliz él y lo hace con entusiasmo. Somos su diversión.
Es allí donde somos libres los dos, hermana. ¡Qué le vamos hacer, si somos de la montaña y del llano y la caña, pero esclavos! ¡Si cuando les falta un negro mandan al indio!

Juán, sabes tú, se aprende en el capazo a ser mazorca, a estrenar sonrisas de maíz tierno como los amos; a ser hipócritas; y somos masa de pan dulce...Una sabe qué se esconde tras el cristal de luces de los amos, en esos ocultos silencios de las palabras calladas, cuando nos miran de arriba abajo con tanto desprecio y nos tiran su comida. Pero mira, hermano, no sé que hace mi diosito para que me sienta serena; ante mi inquietud y el embrujo de mi fe, dejo su crueldad de lado aunque me sangre y me duela el cuerpo con tanto rejo y palo. Nos creen ignorantes porque no hablamos ni nos dejan hablar. Siempre damos humildad y más de lo mismo besando cada una de sus palabras, porque son sus gestos los que nos mantienen vivos por darnos de comer. Cuando nos callamos lo que pensamos de su soberbia por ser altos, blancos y conocer otros lugres y tener todo lo que tienen; ya ves, nosotros con menos somos felices, ellos no parece que lo sean; y cuando los amos humillan nuestra humildad por servirles, la inocencia se rebela ante la quietud nuestra, la que heredamos de nuestros antepasados, rindiéndoles siempre pleitesía a ellos por ser blancos y haber pensado que eran enviados de lo dioses, ¡Si es que enmudecemos, hermano, cuando hacen con nosotros lo que quieren! Y por eso dicen que ''rumiamos como el indio'', cuando adoloridos y tirados en un jergón nos duele todo el cuerpo de los golpes que nos dan, igualito que a los animales, y sin decir nada, también nos pegan por si les contestamos o reclamamos por sus injusticias.
Ayer mismo mataron al Nepo a patadas. Y, ante la ira del amo, su mujer no le recriminó como otras veces, pues conoce su fusta, porque también ella recibe malos modos y 'juete', si es que no le dijo nada, porque él la miró esperando a ver qué le decía, si aguantaba ver correr la sangre de su sirviente...¡Pobre Nepo, si no había hecha nada malo! Tampoco se conmovió ante los gritos de la mujer a la que ató a un árbol para que viese todo hasta el final, pero le dijo al ama que si lo defendía le pegaba delante de nosotros. ¡No le importó a la muy cristiana que lo reventase a patadas con las botas y el cinto, y todo porque el Nepo no estaba conforme con lo que le pagaba después de veinte horas de servirle y acostarse con su mujer con la que ya carga tres hijos del amo. ¡Sólo quería una libra más de fréjoles para su casa y dos onzas de tabaco, de lo mismo que le cosechaban los dos gratis, malditos colonos!


-Calla, no me digas más, que yo mismo le enterré y le tapé la cara pa' que no lo vieran sus hijos, los pobres no dejaban de llorar mientras lo amortajaba con un costal de yute.
Mira lo que te digo, no llevo tratamientos más que de ser mujer de nadie, y soy más que el ama, más que la tierra que pisa ese hijoputa, porque yo estaba aquí y los míos ya me tenían su sueños y en su vientre como semilla, porque cuando llegó su familia de más allá de las aguas, yo era de esta tierra que nos vio nacer.... Soy como las papas, el cafetal y el maizal, somos hermanos como la fruta dulce del guanábano, que aunque parezca verde la pulpa, también se seca por falta de agua y sol, porque nos exprimen la savia del alma y de nuestro tiempo para querernos. No entiendo a la sombra del árbol del que nacimos, ¡si somos hermanos Juán, del mismo tronco, carajo!... ¡Y tu temor cuando enmudeces ante su injusticia, no lo entiendo! ¡Y sé que se aumentan sus calificativos cuando te miran de espaldas y nos mandan, por no mirarnos de frente porque les damos asco; tenemos que llevar puestas sus ropas que tiran...! ¡Sí, hasta conspira el aire con lo que se envilece a su alrededor...! ¡Maldita condición humana del blanco que avasalla, que no comprende y nos patea lo que amamos!


...Hermana, más sé tanto como tú por eso mismo callo, por salvarte, ¡pero más les vale que uno de los dos pueda morir en sus manos, pero que no seas tú la primera, porque a ese hijueputa y su criolla orgullosa, la pagarán! ¡Tu hijo en tus entrañas no conocerá a un puto blanco como padre, si quedo vivo yo lo criaré no se diga más!...¡Que se vayan para donde todos vamos, pero no como ellos quieren que nos vayamos de sus vidas, antes o después es lo de menos! ¡Por la diferencia de ser quien eres, nadie nos va a carajear de ahora en adelante, te lo juro!

Hermano, y que importa si se nace primero, la muerte no madruga... Es que feliz sé va soñando con los pies por delante, no ves que ellos son los que mandan, vendrán otros a buscarte, por eso, por indios y por comemierdas nos pasa, para esos que hablan de justicia seremos los culpables.


-¡Pues cállate que ahora mismo lo resuelvo, ya me has llenado la jícara, que más vale ser ausencia resuelta en un suspiro que morir ambos en sus manos y que nuestros hijos sirvan de comida  sus cerdos!


... ¡Juán...Juán, no..., Diosito, perdónanos!


¿Pues no decías al comienzo que éramos como una triste humareda que se resuelve al viento? ¡Primero yo y luego tú, pues ya no aguantamos a los putos amos, ¿está claro? Que Dios nos perdone, y más nos vale, pues no serán ellos los dueños de nuestras vidas, porque someterán a tu propio hijo, el de tus entrañas a lo mismo que has sufrido!
...



A. Elisa Lattke V.

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