La tormenta arrecia
y mi calma no impide
que la verga mayor de mi mejor pensamiento
vaya sin freno.
Que vuelen pensamiento como gaviotas
y se refugie en el mar su desenfreno,
estrellando su locura por las rocas.
La tormenta no acaba, amor.
Aunque mi ser interior amaina en aguaceros
pero se empapa de horas vigilantes
cuando miro cansada el reloj de mi tiempo,
y hay un campo florecido de estrellas esperando
¡Me da por contarlas todas!
Algunas se descuelgan en besos encendidos,
otras son como un encuentro en la arena húmeda.
Sé que eres como crisol de pensamientos mudos,
como vaso lleno en cóctel de palabras
y por algún lado, mi corazón te lo brinda,
dentro de cuatro paredes
y tú en un reino de silencios callas!
Cuando no estás
sabes que me invento tormentas,
que hay vuelos de pensamientos;
mas sigues en el acuoso reino de los 'yoes',
mojándome los labios de versos salados que me besan.
Esta alma mía tan pegada a ti, se hiela sin esperanza
y culpa a su tardío otoño
de este cuerpo invernal de hojas secas.
¿Y sabes?
Aún se desmadejan a lo lejos
los tibios rayos de sol tras las montañas
despidiendo dentro de poco la estación de ocres tardíos.
¡Necesito ver de nuevo los castaños florecidos!
Elisa
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