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jueves, 23 de junio de 2011

Golpea el oleaje

¡Ah, comprendo cómo golpea el oleaje!
Entiendo la posada de los hombres
su recto camino con su abrazo a la vida,
aplicándose con la ternura sin más a cambio
pero con el compromiso fiel de servir a su tiempo.
Esto es lo que parece tras la cortina a otra dimensión.

Para qué más, me digo, si la lejanía cercena
algún desquiciado pensamiento
y hay un ansia colgada de algún labio.
Sé que en otro tiempo podemos ser felices,
entonces, comprendo al silencio que yace
sobre una tara de sacrificios sin dictamen
y sin perdón, se nos muere.
... El también lo sabía.
Siempre ha sido así cuando gana la muerte.

Todo dolor interior merece un puñado de sueños,
un puñado de lágrimas y, hasta un recurso ulterior...
Cada situación es una profunda soledad
por un ocaso que se completa al horizonte,
asido al brazo de la noche...
con su queja por el beso dulce que le falta.

¡No sabe de quien se acompaña,
no escucha cómo arrastraban sus alas...!
¡Cuánto golpea la vida!
Se hace de oleaje el corazón
en un cuerpo y se convierte en puerto de espera.
Al otro lado, el ser que le tiene, llora.
...
¡Ah, claro que lo sabes
cuando golpea el oleaje,
me importas, mírame,
sigo vivo y golpeas...!


Elisa en: "Don Anselmo

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