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miércoles, 15 de junio de 2011

El lugar persiste


Desbórdase mi ser al evocarte
y lejanía unida a mis temores,
entiendo la alegría de las flores
saturadas de invierno al alejarse.


Se agrupan los grillos
y cantan a mis noches de sombras
al sentarme en el quicio de sus penumbras.
Soy de un trémulo palpitar que se divide en angustia,
una ráfaga de ilusos e indomables pensamientos
poblando mi cabeza.
Caminan la brumosa y lejana lontananza
bajo lluvia de estrellas
y del brazo de un duende de vigilias,
consiguiendo hacer magia con el sueño
echando a volar aves bajo mi piel.
Me hacen creer que llegan antes.

Sé que mis manos esconden presagios
y sirven de arrullo mientras duermes
por un tiempo difícil de añoranzas.
Que lo mismo es perderse en el silencio
y no escucharse,
como lo es estar acompañado de una nada
y entenderla;
pero aún lo es más si encendemos fuego con los labios
y nadie ose quedarse a mi lado y no apagarlo.
¡Es que me inspiras y arden las palabras!

Ya sé del martirio sin el tuyo
y lo sabe el albergue de un regazo;
por eso, cuando no sea,
la lejanía se reconocerá en las hojas oxidadas
aunque cubra mi tronco con poemas;
entonces seremos dos puntos cardinales
debajo de su fronda en cada orilla,
aunque tu lugar sea seguro...
Permaneces, persistes.
Sabrás ser savia en el latido 
y abrigo de una ramas.
Yo, me habré convertido en hojarasca.

Sé que para volver 
necesito la fuerza de otro tiempo
pero ahora soy de mi cansancio desbocado
un surtidor de agua que besa tu huella en el reflejo,
el que me dejas.
Hay una nube rota y solitaria
vagando desgarrada por mi cielo
¡Llueve mucho colgándose la lluvia en mis pestañas!


Elisa

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