Quisiera atar palabras
con la cuerda de Judas,
desleal es la razón
¡Ahorcaría pensamientos!
Pero se desperdigan
como insectos asustados,
temen morir antes de ser respuesta.
Mi verdad les carcome y les asusta.
Estos desvelos no son de las estrellas;
si de madrugadas corriendo hacia tu alba
con reflejos de luminaria trasnochada,
sobre el iris ambarino de tus ojos,
me descubro metáfora y te hago llorar.
Dame un siglo de sabiduría y te diré mi sueño.
-Decían los caminos a sus viajeros-
Y, ellos, se empecinaron en que tropezasen
apagando su brío para que nunca llegaran...
Hoy, a su invierno, se han cubierto de espinos
borrándose las huellas de otras estaciones...
¡No me pidas que siga esas pisadas
cuando han robado los sueños tuyos y míos
y, tus ojos, no supieron mirar desde dentro de los míos!
¡Volverás con tu plegaria a la hornacina
y yo esperaré donde no hay tiempo!
Llámame y acudiré a tu mañana.
Elisa
con la cuerda de Judas,
desleal es la razón
¡Ahorcaría pensamientos!
Pero se desperdigan
como insectos asustados,
temen morir antes de ser respuesta.
Mi verdad les carcome y les asusta.
Estos desvelos no son de las estrellas;
si de madrugadas corriendo hacia tu alba
con reflejos de luminaria trasnochada,
sobre el iris ambarino de tus ojos,
me descubro metáfora y te hago llorar.
Dame un siglo de sabiduría y te diré mi sueño.
-Decían los caminos a sus viajeros-
Y, ellos, se empecinaron en que tropezasen
apagando su brío para que nunca llegaran...
Hoy, a su invierno, se han cubierto de espinos
borrándose las huellas de otras estaciones...
¡No me pidas que siga esas pisadas
cuando han robado los sueños tuyos y míos
y, tus ojos, no supieron mirar desde dentro de los míos!
¡Volverás con tu plegaria a la hornacina
y yo esperaré donde no hay tiempo!
Llámame y acudiré a tu mañana.
Elisa
Bello, simplemente hermoso, escribes de maravilla Ranita índigo.
ResponderEliminarUn beso.
esos desvelos son fecundos en tu palabra Elisa queirda, cuanta belleza líricamente bordada nos regalas
ResponderEliminarFelicitaciones
mil gracias por todas las huellas ranita bella, abrao grande grande
Tu paso reverbera a este lado de las estrellas. Gracias, Tati. Elisa
ResponderEliminarLicha: Sólo lloran las nubes de madrugada y la charca bebe su tristeza. Un beso agradecido.
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