Admito de mi existencia
ser alma de flor cautiva,
la que en aromas cultiva
una añorada presencia.
Admito igual mi constancia
al sentimiento preciso,
afirmando compromiso
cuando se da por amor;
aguantando su dolor
porque la vida lo quiso
¡Bien del cielo, bien amado,
luz eterna de mi ruego;
decidme de tanto apego
por Aquél crucificado!
Si es de la vida lo dado
o de la muerte la criba,
es regla contemplativa
la que emula sacrificio,
... ¿debo utilizar cilicio
para mi sed aflictiva?
De la palabra reclamas
la voz que enciende mi cielo,
la que descifra su anhelo
y sus silencios en llamas.
¿Porque, decidme, qué ramas
de perfección me conducen
a ser una más y, aducen
a que postule en fermento?
¡Pues no se entiende el tormento
si los cielos lo producen!
Yace el colmo dentro de almo
y yazga en cuerpo recargo;
para un bien dulce y amargo
por ofrecerse de ensalmo.
Clama la gloria del Salmo
bendiciendo a su Señor
y se repite candor
en quien se eleva del mundo,
hacia su tiempo profundo
con un ruego por amor.
Elisa
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