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domingo, 21 de abril de 2013

...de mis horas no perdidas


Una, por momento reflexiona ante las cosas que parece que son pero ya fueron y, ellas, aunque siguen siendo no dejarán nunca de ser cuando se fijan en el alma porque la costumbre de amarse por ser como son las hace imperecederas.

Nos acostumbramos a ser siempre los mismos ante todo lo que nos impide ser felices para hallarnos mejor con nosotros, evitando así contagiarnos de ausencia o de desgana, de melancolías o de años que cambian el semblante o merman la salud. Puede pasar que se contagie nuestra existencia de tanta huella en muchedumbre y sepa el alma ser anfitriona amable y solidaria de toda causa noble. Y sabemos dónde es más fría la estación del ser humano, cuando va de paso pero aún mantenemos la fe o, la necesidad de mantenernos firmes ante el mundo cambiante que nos rodea, porque hemos penetrado a otra región espiritual que se nos concede para sentir de una vez esa paz que necesitamos, que sólo observando y comparando podemos alcanzar o escogemos. Reconocemos soles oscuros o cielos apagados, espacios vacíos o llenos de nada aunque el bullicio persista, o eso que no vemos siempre cuando aún se es joven y está allí en forma de destellos invisible donde la vida no se detiene. Es el lado especial de las cosas que fueron, son y seguirán siendo aunque cambien sus nombres, modifiquen su esencia o intenten dejarse atrás ante toda manifestación del 'progreso'. Por eso al alba es cuando la evocación se hace pródiga y refugio sensato de las ideas y nos ilumina la vida de ortos dentro de nuestro yo particular.

Por algún lado, vestido de sonrisas amables se siente ese yo personal y vocinglero del tiempo nuevo, pero se siente que existe un frío que se teme perderse de una vez en lontananza...Entonces de te echas el tiempo por encima de los hombros y sigues adelante...¡qué importa si el sol nos pilla aún despiertos y las aves entonan de nuevo sus cantos, con la misma esperanza que nosotros de hallar alegría en el nuevo día y sobrevivir sólo por uno más. ¡Qué sabe él sol de otros calores o de esos fríos donde impera el olvido dentro de este cosmos personal que nos tiene, de esta soledad que nos abriga, de esta esperanza de no ser y ser al miso tiempo, como si ya todo fuese una ansiedad principal donde lo único que depara dicha es el verdadero Amor inalcanzable!

Una, no sabe si se ha ido de lo que llaman mundo o si ya no sirve para argumentar lo que el mismo llama "Dios" y está presente en los vacíos, porque intuye que siempre de Él todo está lleno, pero jamás dicho como se ha pensado cuando lo sabes dentro de una palabra que a su vez ha despertado o creado un pensamiento. Lo mismo que alguna estrella solitaria se sorprende al ver cómo la mira de refilón un viejo astro, uno de tantos millones que pululan en esos vacíos de tantas inconmensurables andas; un viejo socarrón sabedor de galaxias que nunca se han visto y, sin subir los párpados mirando por debajo de unas pestañas de polvo de planetas, pasando de todo a sus años el muy tarambana conocedor de otros universos, roza a una estrella haciéndose el cegato con tal de creer que toca los pechos de Vía Láctea, pegando algún codazo y midiendo la distancia... por si le lanzan un bofetón y se va allá donde se pierde el temor al Padre Eterno y se blasfema. No, no se crean que digo tonterías, es que quien las piensa ya fue tontería para decir lo que se ajusta al mundo y lleva su ironía. No, no desperdicien el pensar y sepan que todo tiene una razón cuando lo dicta el cerebro, ya sea redondo o cuadrado e incluso pentagonal como algunos que hay en el mundo y donde se mueven todas las historias que manejan la realidad humana cuando les viene en gana.

En mi loar distante hay un estancia cierta tejida en un crepúsculo. Un lejano murmullo bordeando la añoranza y no me importa desmoronar el borde de la luna, pues para eso es de queso y huele al de  gorgonzola. Pero no me gustan las noches desnudas de luz y sin estrellas, como las iglesias desiertas y sin voces de órgano y coros de ángeles; no me gustan los cantos sin palabras. Ya sé que a Dios como a mí nos pasa más de lo mismo a ciertas edades, pues nos sentimos en esas horas bajas como el mismo tiempo sin retorno. Y es que volver al inicio, tanto a Él como a mí  nos da grima.

Ranita
*Foto: lattkeva- La Fuentona- Río Abioncillo.-Soria-

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