Fueron migajas
que se quedaron esparcidas
por esta tierra injusta de silencios,
fueron cantos de melodías inventadas
sobre los hielos infinitos de los recuerdos.
Fueron de esos caminos de la iluminación
que se buscaban allí donde coincidimos.
Es la hora de salir de la estancia
de entregar el alma ajena
y depositar la rosa de hielo sobre el perfil de la tierra.
Se renuncia a la esperanza para morir en paz.
Se renuncia al amor para recobrar la libertad
Se renuncia al tiempo para desaparecer.
La felicidad consistía en escribir un poema
en dejarlo para que se leyera,
en ser feliz con la palabra
y en saciarse con lo que persistía
entre las manos,
las migas a pesar de la sed;
pero esta envoltura de la semilla
ya está hueca y es frágil
no da vida,
sólo poemas,
sólo amor.
Nada más.
Por algún lado subsiste la melodía
y las palabras se harán escombros
en medio de algún corazón
que se ha olvidado de latir.
No insiste
mientras termina el invierno
los pasos del alma se van
se sacuden del mundo
y su materia caduca.
¡Lastre!
Elisa
Pues entonces que ese lastre se vaya por la borda mientras la nave de la vida continúa su rumbo imperturbable.
ResponderEliminarUn abrazo en la noche.