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miércoles, 15 de octubre de 2014

El último tramo (relato)



No sabía de qué se trataba, había llegado por casualidad al último tramo de un lugar llamado "Vida" y eso la inquietaba. Salir del sueño era imposible pero recordaba que aún llevaba en los bolsillos las últimas piedras recogidas del río. Las sentía y las acariciaba con sus manos. Eran siete. No sabía qué hacer y decidió sentarse sobre las raíces de un tronco al lado del agua. Decían que era lo último que quedaba de "El Árbol de la Sabiduría". Lo acarició por un rato pensando que, si volvía a despertarse de su sueño, era posible que ya no existiera en la vida. Cerró los ojos por un instante y recordó que muchas veces había deseado estar al final del camino, En el último tramo sin despedirse de nadie. Sin sentir una caricia, un beso y menos, ver un rostro llorar... ¡Quién iba a creer en la tanta hipocresía que había por el mundo! ¡Y para qué volver a empezar de nuevo, si lo único que tuvo seguro, fue la inocente y feliz infancia, lo más hermoso de toda vida, como los ojos verdes de su madre terrena!

Así que cogió cada una de las piedras, y las fue tirando al mismo río de la vida que la había traído. Por cada una que lanzaba, pidió un deseo. Sabía que uno solo de ellos, haría que ninguno de los otros de los que había desechado, volviese a repetirse. Para que nunca volviese a la vida con la misma carga negativa.

Cuando termino de tirar la sexta piedra, se abrazó a lo que quedaba del tronco de "la sabiduría", colocó la séptima piedra en el centro de lo que quedaba del mismo. Aún permanecía enraizado a la tierra. De inmediato y para su sorpresa, empezó a retoñar de nuevo. Sintió que recobraba sus alas, las que siempre anhelaba volver a tener para volar donde deseaba. Sólo la luz de otros ojos que no tenía a su lado, los que había amado tanto, podrían haber hecho ese milagro....El árbol retoñaba de nuevo y el verde de sus ramas eran del color de esos ojos que amaba.

Despertó de nuevo en medio del caos de lo que parecía ser un bello sueño. Pero algo que no comprendía había pasado dentro del mismo sueño. Se encontraba en un lugar desconocido y todos hablaban de guerra y muerte. Cerró los ojos de nuevo y siguió soñando... A su lado estaba su madre y ella era una niña. La fronda de un hermoso árbol las cubría a las dos y se sentían a gusto. Su madre leía en voz alta el libro que siempre recordaba, con ese título tan largo: "Las ranas azules nunca mueren, sólo recuerdan el último tramo de un relato...".


Por fin estaban juntas y esta vez, pudo quedarse dormida como deseaba: dentro de otra vida para despertar de nuevo a la verdadera.



Australia Lattke Valencia

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1 comentario:

  1. La vida siempre se presta a estos relatos y pensamientos. Gracias por el que nos dejas Elisa.
    Un abrazo.

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