Lo que el tiempo ofrece
entre un sollozo profundo
es de un el húmedo latido
o, quien nos lee,
la caricia con su dedos pensamientos,
de lo que nunca podemos dejar de dar
por ser como somos;
y, en el nombre de una ausencia,
nos llenamos de infinito.
Que las palabras y gestos son anteras
como en la flor para la abeja polen escondido;
hurgando en ella lo que codicia para su vida.
Sin flores ellas morirían...
¡Sin amor todo con ellas!
Y cada ser que cree, es vigilado;
y cada ser que sabe
es controlado en su resaca de sueños visionarios.
Una, se hace carga inmensa
e intuye el destello,
su cuerpo en el círculo,
su peso atómico o su energía molecular,
su carga positiva
el átomo del Amor volando al cosmos
y siempre, a las puertas de las tinieblas,
ellas se separan con la luz que llevamos,
poseyéndolas.
Que esos arroyos se lleven todas las lágrimas del alma.
ResponderEliminarUn abrazo.
Los dejo que salgan Rafa, creo que se hace necesario dejar que corran las ideas y nos regalen otro fluir.
ResponderEliminarGracias por estar, amigo mío.