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martes, 13 de octubre de 2015

Dignidad y gratitud

En el ayer anduve temerosa, me faltaba confianza
 a pesar de sentir la mano de un Dios infinito,
 asirse a ella sin soltarla.


foto: alattkeva/ Praga/2015


Me escudriña este ser mío
por los espacios del alma,
como si fuese un dios físico
frecuentando ufano lo que ya conoce.

 Sabe de mis estancias protegidas
y cerradas a la curiosidad de otros recelos;
porque me regala las insignificancias que me cuelgo,
sin pretensión ninguna.
Pues todo defecto, es virtud por pudor sensato,
Y todo lo que falta y completa al ser humano,
da otro crédito al tic-tac de vida que nos queda.
En la carencia ansiosa de la instrucción que pide.
¡La única envidiable! 
Me prolongo en el deseo de lo amado,
sin deshabitar mi consciente heredad
de la perpetuidad vital de lo entrañable;
y por el óbito necesario de otros espacios vacíos,
me comprendo... ¿Y qué me queda?..
¡Dignidad y gratitud!
...
Desahuciada físicamente del mundo,
pero orgullosa de estar aún en la vida,
me queda la raíz del yo,
lleno de bohemias ilusiones que aprisiono.
Y sigo el camino de trazos inseguros
buscando en los silenciosos sus bosquejos,
y saciarme de cuscurros si hace falta,
con el hatillo colgado por el hombro,
Subordinada a la realidad que se acobarda, voy,
¡y va pasando todo como si el ayer no fuese!
Y el hoy, aturdido, pudiese despejarme de las dudas,
ofreciéndome una copa más de quimera embotellada.
...
¡Me serviré una, sí, mientras este ser mío,
no se pierde por costumbre en los rincones
y, reconoce de una vez, que aún se siente vivo!

Australia Elisa Lattke Valencia

2 comentarios:

  1. Yo también quiero y pido una "copa de esa quimera embotellada..."
    Un abrazo en la noche querida amiga.

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  2. Mi querido Rafa: puede que haya más gente sensible que quiera tomar quimeras a cucharadas como reconstituyente, te lo aseguro. Pues para soñar necesitamos del fuego de la pasión porque no somos de piedra, incluso la lujura no puede permanecer escondida y obviarse ante la palabras que la identifica, utilizando un lenguaje poco significativo. Somos mayores y hemos vivido, pero no estamos ajenos a las necesidades físicas y espirituales para sentirnos vivos cuando nos sentimos bien o sanos. Y, la palabra, es importante saber utilizarla.
    Sigo investigando sobre ello porque la vulgaridad nunca me ha gustado. Sé que escribir para sentir y emocionar hay que aprender a decir lo que se percibe. Quiero tener tiempo para ello y por lo menos una tregua en cuanto a mi salud, que es lo que me preocupa.
    Tú lo haces con mucha delicadeza y seguro que consigues siempre el efecto deseado.

    Gracias por pasar

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