Amigos, familia y conocidos

Los pasos en el espejo



Los pasos en el espejo


Querido Lector, te contaré un cuento de verdad:

Una vez hace unas cuantas décadas, al acostarme, miré un espejo que había frente a mi cama. Desde entonces y recordando todo lo que me ha pasado con ellos, no quiero saber mucho más de lo que como experiencia me ha marcado. No es temor, es precaución y los evito sin mirarme mucho o nada en ellos, no sea que quien no está fisicamente en la realidad de mi presente, perteneciendo a otra dimensión, le sirva yo de puente o llave para salir de su encierro por lo que pueda pasarme. Pues tengo muy malas experiencias o pruebas al usarlos, aunque los hay en casa y alguno llevo en el bolso por si me lo piden.  Así que no suelo verme demasiado en los espejos o casi nunca. Repito. Y si lo hiciera, sería por el día, en la noche o en la penumbr,  prefiero no tenerlos cerca.

Esta era la cuarta vez o sexta vez que me ocurría a lo largo de todos esos años anteriores desde mi niñez, pasando por mi adolescencia y en plena madurez. Ya  entonces, casada y con hijos, tendría unos treinta y cinco años, tenía todo en la memoria pero más bien disaciosado de mi realidad tangible, porque soy un ser que me gusta adaptarme a lo que vivo y no me obsesiono con facilidad por este tipo de cosas, porque, si no fuese así, estaría en un psiquiátrico o en tratamiento con psicólogos, ¡o qué sé yo!

Esto que les voy a contar no es un cuento de ficción, pero como si lo fuese, no me hagan mucho caso, no sea que empiecen a temer a los espejos. Así que repito: es solo una parte de otras ocasiones más que me ha sucedido. Por lo tanto, este relato es verdadero. Y me gustaría dar a conocer esta experiencia por si a otros/as, les ha pasado algo parecido y nos tranquilizamos, ¡qué remedio! 
Pueden rebatirlo, darme otras teorías relacionadas con los espejos, leyendas, cuentos y demás, pero no me vale ninguna, aunque algunas se parezcan, prefiero estar al margen de otra experiencia igual. Me está prohibido mentir porque hice votos como novicia y no los olvido y, además, fueron experiencias intransferibles. Así que prefiero que no le pase a nadie.

Así ocurrió:

Todo parecía normal donde me encontraba. Estaba en la semipenumbra de mi habitación acostada en mi cama y al lado, mi esposo dormía. La habitación estaba medio iluminada por un foco de luz de un patio vecinal, desde donde llegaba algo de la luminosidad del exterior. Me acababa de acostar después de ordenar la cocina y ropas para lavar y planchar y, la verdad era, que estaba bastante cansada físicamente, pero sin mucho sueño ya que tenía un bebé conmigo cerca en una cuna y debía darle una toma de leche todavía. 

Mi posición en la cama para nada reflejaba mi imagen en el espejo, el que colgaba en la pared delante de nuestro lecho, siempre había estado allí un espejo en la habitación de matrimonio, pues al comprar los muebles completos del dormitorio, venía un mueble con cajones y el espejo en su marco que se  colgaba por encima. Así que, tenía que sentarme en la cama para ver parte de mi cabeza asomada al mismo, pero en ese momento esperaba dormirme y mi esposo ya lo hacía a mi lado lo mismo que uno de mis hijos en su cuna. Era un bebé todavía.

 Veía perfectamente frente a mí, el espejo con su marco color avellana, y no porque se viese bien su color, sino porque ya lo conocía. Fue precisamente algo lo que hizo que mi mirada se fijase en el mismo, antes de acomodarme sobre la almohada, al sentir un cierto sonido de pasos sobre un suelo duro. Entonces, me incorporé un poco apoyando los codos, pensando que podría ser de mi vecina del piso inferior a mi apartamento, que llegaba de su trabajo y pisaba con zapatos de tacón. ¡Pero no, los pasos que escuchaba procedían exactamente de ese espejo para mí sorpresa! Después de unos segundos a la escucha y llevada por el temor que aceleraba mi corazón, sin comprender totalmente el fenómeno por mi deseo de dormir y sentir el taconeo, y no pudiendo creer lo que me pasaba exactamente, pude darme cuenta que el sonido de los pasos se hacían más evidentes y cercanos, pero extrañamente procedían del fondo del espejo, como si éste fuese un interminable corredor, por donde alguien dirigíera sus por  el mismo como si se tratase de una gran avenida o, acaso -me figuré asustada-, una salida, justamente en mi propia habitación.

 ¡Era muy claro pensar, que por alguna razón, alguien o algo venía directamente hacia mí y que en cualquier momento se podía presentar. Sin saber cómo me lo iba a tomar o era fruto de mi imaginación por cansancio. Todo era posible en ese momento. Pero no, ya los espejos me habían dado sus inconvenientes  en otras ocasiones y esta vez con más años, no podía tomarme las cosas como en la niñez o la adolescencia. Sinceramente no estaba para fantasías o visiones raras o extrañas, aunque no podía desprenderme de algunas rarezas que me pasaban como otras visiones, que no sé porqué razón percibía tan claras como si fuesen algo real; pero "era preferible callar, pues no mejoraban mi economía ni me daban algo importante y material a cambio, que fuese útil a mi vida o a los míos", -me aconsejaban en mi adolescencia- y ya de mayor lo recordaba.  

Mis sentidos no estaban para figrarme nada en ese momento y menos por mis años creerme más cosas irreales, eso pensaba mientras escuchaba los dichosos pasos, y eran cosas que sólo creaban preocupasión o confusión a quienes no estaban acostumbrados y, encima, agregar una explicación que nadie se iba a creer, quedando como una imbécil ante los que me creían una persona formal y seria, en mi vida particular de mujer, esposa y madre. Lo de menos era ser hija y hermana y hasta nieta, pues estas cosas eran muy corrientes en la primera etapa de mi vida con mi familia, y por lo tanto para nada les sorprendía que percibiera fenómenos "paranormales", que luego, todos reunidos conmigo por la curiosidad de saber qué me había pasado, riéramos para quitarnos el miedo de encima o porque esos fenómenos eran normales entre mis hermanos, mi abuela y hasta en mi madre, aunque algo menos; pero sí más conmigo pasaban cuando se los refería y hacían comparaciones y recordaban otros;  no extrayendo otra cosa que sus alegres y nerviosas risas y las especulaciones de los mayores, mis abuelos y mi madre y en ocasiones, hasta los tíos y algunos amigos de confianza, sobre lo que podría haber debajo de nuestro hogar o esas tierras de nuestra propiedad que pisábamos, "quizá tesoros escondidos por los indígenas de la conquista, huacas con libras esterlinas y piedras preciosas o secretos inimaginables". 

Lo más cercano que compartíamos sin pensar nada extraño, era comparable a los Cuentos de Hadas, enanos, nogmos y gigantes y hasta duendes y brujas pululando por el jardín, haciendo una vida paralela en la dimensión en la que ellos y nosotros estábamos, como en dos o más mundos superpuestos, decía mi madre que leía teorías sobre la "Ciencia Revelada". La piel de gallina de los que escuchaban y hasta ese canguelo que les daba por mi culpa, era lo más lógico al llegar la noche y tener que acostarse, cada uno en su cama y al apagar la luz te figurabas lo peor hasta que te dormías, con los ojos abiertos como las liebres; pues no sabías si en ese estado podría ocurrirte algo peor, como para despertar a todo el pueblo o pegarles un susto de muerte corriendo en camisón por la calle, pues casi en todas las casa contaban historias parecidas o recordaban otras del pasado. No había televisión y si acaso era la radio la que alimentaba por la noche, el temor a sentir algún Ente o fantasma y alma en pena, andar  por las casas tocando puertas o traspasando las paredes para reírse de los vivos. Y salía a colación otras leyendas como; "la pata sola", "el hombre de la carreta", "la mujer de luto, la huesuda" y el costal dando vueltas"...Pero de allí a que te pasara algo extraño como me sucedía a mí, era otra cosa y creo que, si por entonces lo hubies escrito, había ganado dinero con mis verdaderas historias. ¡Bueno, es una forma de decir también tonterías, porque yo nunca digo que sea una escritora, sino una aficionada escribidora. 

 Pero esto del espejo que os cuento, no era para echarse unas risas a mis treinta y pico de años. Al comienzo se escuchaba lejano e imperceptible, parecía tener 'vida' real del ser o lo que fuese  pero con piernas y pies calzados, que me podría perfectamente figurar, y que caminaba de forma segura e imparable hasta hacerse sentir cada vez más cerca, por la frecuencia del sonido, es decir: que alguien caminase dentro del mismo espejo  y lo hiciese directamente hacia donde yo estaba esperando (...), podía ver que se acercaba si alzaba la cabeza un poco más pero no me atrevía a mirar al espejo, directamente desde mi posición y no allí acostada y a punto de taparme con las sábanas y hasta los oídos con mis dedos, ¡pero no podía hacer nada con lo que venía dentro del espejo! Claro, y el sonido de esos pasos lo percibía procedente del mismo y eso no lo olvido a pesar de intentar hacer lo que digo, aunque sonaba afuera y no dentro de mi cabeza, que si así hubiese sido sería algo concerniente a mi salud mental o física, algo muy serio y no etaría aquí refiriéndolo. Pero todo lo pensaba y me lo figuraba ante lo que me estaba pasando.

 Empezaba a sentirme incómoda por ocultar algo así y no despertar a los que ya dormían, pero no era justo arrebatarles el descanso por mi culpa, me decía a mí misma, ante la repetición del fenómeno del espejo que me había perseguido , hasta ese momento. Empecé a sudar sin saber si al encender la luz de la habitación se acabaría el extraño fenómeno, pero no lo hice; o, llamar a mi esposo y despertar a otro de mis hijos que me afirmase que también lo escuchaba, o a mi madre que dormía en la salita, pero me aterraba acercarme a sus habitaciones en medio de la penumbra, por culpa de una experiencia extraña; pero, como les refiero, no era la primera vez y eso me impedía volver a molestar, llamar y hasta gritar para salir del espanto. ¡Pero, cómo iba a hacer tal cosa si soy una persona seria, equilibrada y responsable! -me volvía a repetir.

 Sentir que el sonido de esos pasos se sentía cada vez más cerca, me mucho más, hasta hacerme una pregunta: ¿quién era él o ella o la persona o cosa que se dirigía al mismo lugar que ocupaba ese marco, como única salida a otra dimensión?... ¿Quién podría venir y atravesar el cristal azogado de lo que representa un espejo, que sirve para reflejar un cuerpo vivo o inerte, es decir lo que cubría el cristal del mismo espejo, el azogue? Y un sonido así de pasos es muy conocido, no nos podemos confundir si somos conscientes y estamos por lo tanto despiertos, lo percibía muy claro... ¿Pero cómo armar ruido a esa hora de la madrugada y de noche y que se burlaran de mí, despertando hasta a los mismos vecinos?...- Me decía a punto de gritar pensando en lo que podía ver delante de mí de un momento a otro.
 Aún era más extraño, pensar en mi cansancio y la molestia que se me había presentado sin desearla. Y si podía tratarse de un fase anterior al sueño. Había leído sobre ello, pero, ¿porqué razonaba todo con tanta lucidez en ese estado?

Tragué saliva pensando que era cosa de mis oídos o el sistema nervioso y hasta una broma grabada por alguno de mis hijos mayores, ¿pero quién era el valiente que se levantase a mirar si de verdad, me estaban jugando una trastada? ¡No, no era así, el sonido o los pasos venían desde dentro del espejo, y escuchaba sus pisadas retumbando cada vez más cerca! Cerré los ojos, me toqué lo que tenía alrededor, el reloj, la radio, unos pañuelos de papel...e intentaba no mirar al espejo, escuchaba la respiración de mi esposo dormido a mi lado; incluso a alguno de mis hijos toser y la niña la podía ver en la penumbra moverse de vez en cuando; ni tan siquiera se despertaba y seguía durmiendo. No parecía que ese sonido fuese con ella y menos con mi esposo, no les afectaba a su sueño.  Me pellizqué para asegurarme que estaba despierta, por si era verdad que me estaba sucediendo o tenía una pesadilla.

 Al volver abrir los ojos, me incorporé de nuevo sobre los codos a mirar hacia dentro del mismo hasta sentaarme, me di cuenta que yo no me reflejaba (!) y sí un largo pasillo desolado cuyo fondo era interminable en el mismo, flanqueado por una avenida de árboles. ¡El reflejo de mi persona era algo ajeno y no existía en el espejo, hasta donde podía asomarme, allí no me veía y menos quien con sus pasos escuchaba. Me figuré por tantas leyendas y cuentos  que he leído, que podría ser la muerte... o, sí era "la Eternidad" así de larga y sonora como esos pasos que me esperaba. Recordé algo que había leído sobre un personaje de Shakespeare, "Hamlet", cuando se mira en el espejo y grita: ¿quién eres?... 
Ignoró por qué pensé en ese momento tal cosa, pero creo que no lo ignoraba del todo, no sé si me entendéis. Recordé que algunos escritores hablaban de ello, ese "camino a la eternidad que nos espera a todos, como un largo camino o  pasillo, que seguramente conocemos o lo recordemos y que no se nos olvida, tanto a la ida como a la vuelta y debemos pasar todos por ello..."- Parece que no tiene fin, "sólo hay una pausa a la que se llama "Vida", o una  opción para cambiar el futuro y es nuestra oportunidad de cambio...¿Pero, para qué es esa oportunidad?, tal como lo había leído entonces  y me preguntaba: ¿si podría ser un aviso que se me estaba dando y era yo misma la que volvía? Entonces, al escuchar de nuevo los pasos, caí en cuenta que sí, que era yo quien me dirigía por el mismo camino, ¡era yo misma la que me había ido y volvía! 

No sabría explicarlo, pues el sonido de mis pasos se alejaban de nuevo cada vez más y más allá... ¡Pero era yo misma quien miraba sin verme a quién escuchaba que volvía tantas veces como llegaba a este mundo y lo que  escuchaba, eran mis pasos. Entonces comprendí: ¡que nadie más podría sentir ese fenómeno ni ver ese camino desde mi posición en la cama, ligeramente incorporada sobre los codos y encima de la almohada intente incorporarme mejor y, sin dejar de mirar ese largo paseo, salvo cuando cerré los ojos, pude ver, lo que no alcazaba a ver al fondo y por alguna razón, era yo misma quien escogía ir o volver cuando lo necesitaba (!)

Sorprendida y tranquilizada ante mi propia respuesta, que percibía estando consciente, como también sabía que no estaba sola en ese lecho, no quise despertar a mi esposo y aguanté la tremenda experiencia sensorial hasta su final, relajándome poco a poco al saber que yo mismo interpretaba ese momento, y que todos mis sentidos se pusieron a mi servicio, porque debía de extraer una conclusión importante. También, porque tenía que controlar el terror que ejercía mi decisión de irme  para siempre, sin dejar rastro ninguno. Siempre lo había pensado y sigo pensando en la mejor muerte; no dejar rastro ninguno. Pero en esa experiencia  volvía a mí lado, conmigo, con mi yo, con lo que me rodiaba, mi familia, mi hogar y mi loca experiencia o fantasía, como queráis llamarla en esta vida, la que ya voy terminando. 

Seguro que no hubiese escuchado nada y no hubiese pasado un mal rato, si no me encuentran al siguiente día, -pensaba después mientras el sueño por fin llegaba con su carga increíble de experiencia. ¿Quién podría creerse tal cosa? Conocía el camino y sabía lo que hacía, lo recuerdo muy bien. La duda me hacía volver sobre mis pasos. Mis preocupaciones, mi inquietud e inseguridad estaba latente ante lo que ya conocía y debía controlar. Además ya estaba aquí y yo mismo lo había escogido.  

Pensé en mis capacidades espirituales perdidas en el mundo físico por alentar a otras vidas, porque sin mí, -pensaba-, no serían lo que ellos hubiesen deseado. Y en la cobardía que nos hace torpes ante esos recursos que Dios ofrece, nos olvidamos de nosotros mismos y Él, nuestro Hacedor mismo te los va recordando de vez en cuando.

Al siguiente día me levanté tranquila. Toda respuesta estaba ya en mí. Lo contaría como un fenómeno más, menos complicado o profundo, -me dije-... Y sí, pasó lo que pensé, me dijeron que estaba soñando. Talvez hubiese perdido de ver lo que me estaba pasando en ese momento, al compararlo con lo que realmente esperaba, que captase de otro ejemplo más interesante al momento. No era ni fue una pesadilla, ni tampoco un sueño. 

Y, ocurrió algo diferente al desaparecer el sonido de los pasos que iban hacia ese fondo interminable. Me pregunté conscientemente al despertar: ¿acaso, mengua el sonido en lo que aparentemente a mi percepción llega, desde ese fondo del espejo, como de pasos que vienen y luego van alejándose?  ¿Seré yo misma la que los produce con mi mente? Parecía que venían desde muy lejos y apenas se sentían... Pero de un momento a otro cuando casí llegaban a mí, volvieron en sentido contrario y de nuevo los escuchaba cada vez más claras y sonoras sus pisadas, cada vez más lejos sobre una superficie dura, dejando sentir los tacones del calzado uno a uno, como si fuese el suelo, precisamente como el espejo de cristal. Además sentía que llevaban mucha seguridad y firmeza en cada paso. No es fácil olvidar una experiencia así. POrque me ví al otro lado de nuevo, yo misma estaba recomponiendo y aceptando mi propia vida de nuevo y lo hacía de otra manera, la que pudiese afirmar las anteriores veces y recordar lo que hay allá esperandome y acá igualmente sin terminar aún.

Miré instintivamente el reloj y pude ver que eran las 02:15 a.m., cuando ya me disponñia a dormir. Notaba aún los pasos de vuelta, venían al contrario, es decir, hacia mí de nuevo. No me preocupé, llegaban sin parar directos hacia el mismo marco del espejo y el camino era de luz pero no se veía ninguna figura ir o venir... ¡Ya no era en penumbra, no era la luz del exterior la que se reflejaba en la estancia, porque procedía de dentro del espejo! Observé que no le daba ningún rayo directo proveniente del la calle, pero no se veía ninguna presencia que los generara dentro del mismo y yo, sin embargo sabía...¡que era yo misma la que me alejaba y volvía de nuevo, como en un vaivén o juego donde iba durmiéndome por fin en el arrullo de mis propios pasos! Entonces fue cuando me entró un poco de pánico al pensar en el resultado contrario y no pude resistir, porque la espera era tensa, difícil, imposible de aguantar más... No era capaz de esperar lo que podría suceder en cualquier instante y pensé, gritando de nuevo pero esta vez al espejo, como Hamlet con todas mis fuerzas, sólo que lo pensaba por dentro, siempre cuidando el sueño o descanso de los mios: ¡No, no, ahora no es el momento de marcharme por favor, puedo pero no debo porque mis huellas físicas serían absorbidas definitivamente tras el espejo y ya nunca volvería...! ... ¿Pero cómo es posible que venga yo misma a por mí? - Me pregunté más asustada y temblando, hasta quedarme totalmente dormida.
...

Fui valiente y esperé unos segundos dormirme que se hicieron una eternidad, al escuchar que los pasos se detuvieron, como si intentara abrir 'una puerta' a pesar de haber visto el fondo iluminado, pero quizá ya estuviese dormida y fuese sólo una visión onírica, pero lo que fuese, yo u otro ser, ¡venía hacia mí!... Sentí que se movía un cierre y que estaba a punto de abrirse... Era el típico sonido de un pomo que gira o una manilla que se baja... ¡Y yo seguía allí en la cama mirando ya sin mirar al espejo por unos segundos más, parpadeando sin saber si era uno más de mis sueños de verdad. Estaba angustiada y a punto de paralizarme por el terror.  Pero no pude más, era imposible aguantar lo que pudo suceder. de haber seguido con los ojos abiertos sin parpadear un sólo instante... ¡Lo sabía, era cosa de parpadear!... Así que lo hice y cerré los ojos instintivamente pues estaba segura que era mi mirada la que proyectaba la visión, y el resto de lo que percibía.  Entonces di un grito de angustia despertando a mi pareja y a la criatura que dormía en su cuna, que empezó a llorar. Después de ello no pude reprimir el llanto.
 ¿Quién podría creerme lo que me había ocurrido?... Lo justifiqué diciendo que había tenido una pesadilla.
...

¿Sabes lo que había pedido, Lector? Eso que tú y yo, más o menos, deseamos cuando las cosas no nos salen bien y queremos terminar de una vez con los problemas. Aprendí una lección nueva.
 Desde ese entonces aprendí a valorar mucho más lo que tenía a mi lado, como lo que valía la pena no decidir tan pronto... Mi vuelta al más allá. Estoy segura que no hubiese dejado huellas de mi marcha. Porque es posible que nosotros mismos planifiquemos nuestro paso por el mundo, pues somos energía útil que se entretiene con un sueño llamado Vida. La pausa es la muerte, ya lo digo, y la que nos invita a seguir escribiendo nuestra historia.
Pero esto relato real puede que sea un cuento que te he contado hace un momento o ya conté a otros. No puede ser verdad, incluso para mí que he pasado un mal rato cuando sucedió... ¿O, acaso lo ideé?

Sobre mí: 
*Querido Lector. Me llaman "la ranita azul". Dicen que "soy mágica". Yo digo, que 'la magia' es un estado hipnótico muy necesario a los seres humanos, es la ilusión una actitud inteligente que ayuda a sentirse feliz por ratos. Placebos para el alma y para el cuerpo. La mía, mi magia, vino conmigo, es mi problema por momentos pero me regala otros buenos, para aprender de la vida real. 
Lo que te he contado fue así de cierto. Pero prefiero que se quede como un cuento.

Ya sé que hay muchas leyendas sobre espejos, pero este es una parte de lo mío, 'mis maravillas' para sobrevir en el lugar del mundo al que llegué' que casi nunca cuento. ¿Sabes? Alguien, un viajero sideral, llamado "don Anselmo" , perdió su amuleto en un viaje a las Estrellas, era una ranita Azul, El Creador se la dió de compañia como si fuese una pequeña mascota saltarina y salté desde su bolsillo creyendo que había agua al ver esta esfera azul... ¡Y caí y fui cayendo hasta encontrarme en este lugar, sin saber qué hacer y adónde ir. Pero sé que por fin me falta poco para que "don Anselmo" me encuentre y me tenga a su lado. 

Si no mantengo los ojos abiertos sin parpadear delante del espejo, no estaría contándote lo ocurrido. 
¿Quién es el valiente que contradice su presente?
 Sobrevivir a todo lo que no es de nuestro agrado, es siempre parte de nuestra entereza, tesón o valentía, porque vivir en este mundo es cosa de valientes. 
La obra personal si no es la correcta o sí lo es y se está contento con ella, necesitamos a diario perfeccionarla con el cincel de la paciencia y del Amor, quitar aquí y allá, para ir modificando la existencia propia y ajena, si se puede, ir adaptándonos para conseguir algo aceptable a nuestro favor; difícil lo tengo todavía por ser alma vieja, pero lo hago dando amor. Aunque poco se cree en ello. 
¡Ah, me cuesta llevar calzado de tacón sobre una superficie dura, los usé poco en este mundo, porque pisar la tierra era una caricia para mis pies, cada vez que podía quitarme los zapatos! La vida propia, es como un trabajo artesano que dura la de cada uno en su paso por el mundo, así que merece la pena conseguir hacer con ella un buen acabado final, que se refleje en 'su espejo', en el ajeno. 

Un beso y gracias por leerme.

Foto: alattkeva

Australia Elisa Lattke Valencia
Publ/3/2009

* Los sueños son deseos sin tiempo, el que los quiera no los rescata más que en el  propio que  corresponde, porque están hechos de eternidad. Ellos nos serán devueltos cuando los penetramos de nuevo, siempre que queramos, así que ten buenos pensamientos y buenos deseos para tus semejantes, seremos mucho más felices en cada vuelta a la Vida y ganaremos en conocimiento, que nos será preciso en ese momento personal en que todo se resuelve antes de volver. Cada fenómeno extraño tiene una explicación. ("Ranita Azul")




Nota de aviso: Hoy necesito un 110% para ver claro y cambiar de letra, Debo saber si se trata de las diotrías pues en quince años no las he cambiado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por tu visita.
Cualquier comentario que hagas aquí, se valora y ayuda a mejorar el contenido del blog, sobre todo al buen uso de la Lengua.
Puedes escribir a mi correo personal: auslava@yahoo.es