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miércoles, 23 de diciembre de 2009

De tu brazo... (Senderos del Alma)





Me he echado de nuevo mi sayal por los hombros

sentándome en el porche interior a esperarte.

Quiero pasear contigo aunque haga frío
y, aún, el abrazo no siente nuestra cercanía.
¿Sabes?... Bebo y soplo cada sorbo de mi taza

de ilusiones con chocolate. Recofortan.

Me dejaste tan sola que me siento vacía.
Pasó de paso el tiempo a saludarme,
como siempre con prisa... susurrando al oído dijo:
“Todavía no, Vieja, todavía no, que hay un fulgor ante tus ojos”…
Un marco de un paisaje por donde espera pasar tu alma.

¡Y halle la clave! Pero no era ésa, era la otra, la que mi alma sabe.
...
Cuando salgo allí fuera de mi ser me  encanta quedarme en mi silla preferida frente al mar … No sé qué espero, pero espero, aunque sea brisa o una ola  más alta que otra, meciéndose.
Acomodándome en mi recodo de ideas doy paso a infinidad de pensamientos que me acompañan; con ellos salgo  a pasear, por mis senderos interiores cuando me faltas tú. 


Unas veces a saltitos como la rana que soy;  otras, voy  ataviada de mis disfraces preferidos, haciendo un poco de transformismo ante las apariencias por mi estado de ánimo. Confunde mi ambigüedad por el escenario de mi latente juego con la existencia y, sentirme que aún sigo viva repartiendo sentimientos, me hace bien... Pero a ti te quiero de verdad, bueno, no te quiero porque te amo demasiado. Pienso que estas candilejas no me dejan ver el público cuando hago mi monólogo interior, que es como no ver el bosque cuando caminamos por el. Y sé que está ahí y les hago pensar, reflexionar y ponerse en mi función según mis exigencias, ante cada puesta en escena de mi propio universo que a la vez es mi micro realidad, como otro ser más de este mundo vivo.

¡Venga, un aplauso a esta pobre anciana!
¿Pero consigo ganarme el aplauso de todos los asistentes a mi espectáculo?
He pensado que la conmiseración es un alma de doble filo cuando quien  lo sabe sufre ante quien no cree que siente, conoce y comprende su papel, pero se calla.  Sin embargo mi público aplaude sin parar porque son mis invitados de cada día. Te contaré:


Desde una neurona hasta un poro de mi piel, células somáticas y germinales están allí para sentirme como ‘su estrella preferida’; nos hacemos mutua compañía y de mí depende su existencia, su labor diaria o, las décimas de segundo que puedan reunir en calidad de vida que les ofrezco. Por eso he pensado regalarles algo por Navidad, pues las he tenido trabajando demasiado tiempo y más de lo que un cuerpo se permite dentro de lo normal. Ellas me han estado respondiendo bien, cada vez que requería su atención y recibían  órdenes positivas. ¡Las pobres han tenido que sobrevivir al caos de mis pensamientos y sentimientos, trabajando como locas, intentando que no me las llevara por delante, consolándome, advirtiéndome, enseñándome y sobre todo,  siendo pacientes, me han comunicado infinidad de sensaciones que he vertido en mi interior regenerándolas! Les viene bien una dosis de terapia de palabras escritas, incluso, cucharadas de “jarabe de palo”  al que no estoy acostumbrada, para tomar conciencia de mi realidad y no ande por ahí...  elucubrando derrotas, cuando realmente se me ama y por eso, ellas, todas, se sienten recompensadas de verme de nuevo alzarme en mí, orgullosa ante mi logro que en realidad es el de todas. Por eso aplauden cuando me ven salir a escena y se abre el telón de mi vida
ante lo que me toca sentir del mundo.


La tarde imaginada, como ves, Alma, pasa con suavidad y no deja de acariciarme el rostro. Necesito su beso para despedir el año o los días, los que sean de estar por acá. La nieve del invierno se ha acumulado ante mí puerta, como si hubiese caído toda la que hacía falta encima de mis años. Los cierzos iluminan mi cabeza. Paladas de sentimientos debo de echar a un lado y otro, para hacerme camino si intento salir de mí por mi propio pie y no, con las palabras que escribo pues resultan cómodas. Por eso quisiera inventarme de nuevo... ¡Me invento  cada vez que me pierdo de mí porque es la forma de saber que estuve allí, que estaba y estaré, como tú estás ocupando mi corazón a cada instante.  La coherencia y la verdad de nuestro sentir es importante para seguir siendo una tarjeta de presentación sin enmiendas y he roto con la anterior... ¿Sabes por qué, porque en lugar de odiarte me odio para poder mejorar, por eso te amo más para sentirme 'una elegida'.  Porque, con sólo uno de los sentimientos tenemos la suficiente fuerza para sentirnos bien, siempre y cuando lo utilicemos como el nos lo pide. No sé si llegaré al final del tiempo que me espera por algún lado, o por lo contrario me ‘desnazco’ de nuevo de forma espiritual para habitarme, como te digo,  siendo el resultado nuevo de mis vivencias anteriores partiendo de cero. ¡Así, a la intemperie con todas las ideas desparramadas se siente mucho más frío, mucho sin ti, Alma!… No estás allí para hablar conmigo, para dirigirme y modelarme como deseaba hace un tiempo... ¡Tú, también eres una elegida o es que no lo sabes! Soy tan poca cosa individual que no debería quejarme o preocuparme, pero sé que aún debo recoger algo bueno de todo lo que voy dejándome,  sin un orden prefijado o ambicioso, cuando es el Amor lo único que me interesa de todo lo que tengo, pienso y pueda hacer con mi vida, poniéndome a trabajar por ello.  Pero estoy  y sigo débil para enfrentarme al mundo. Sabes bien que me rompí cuando me señalabas. 
Ese "pequeño tesoro" no llenará totalmente los momentos de ausencia. No es lo mismo encerrar pájaros en una jaula y desear que canten, cuando deben hacerlo en libertad de movimiento, sin interferencias y en las ramas donde posan, sabiéndose alimentados y seguros de sus vuelos.


A ellas, mis particulares células les debo todo lo que acumularon hacia mi crepúsculo y, se manifiestan complacidas en su atractivo encanto ante mi mirada. Sé por qué crece su euforia al ver que se dibuja en una parte de mis brumas, un  marco especial, un fulgor del que supe siempre y es perfecto, pudiendo iluminar una etapa soñada que se estaba echando a perder de mi realidad física y espiritual. Pero saben que he acumulado mucho de ese sentimiento que me ha dado vida a pesar de que me siento morir cada día sin ti. 


Extasiada en el marco buscado con las claves del alma, evoco otros momentos  que no  se alejarán nunca de mi memoria, momentos oportunos, situaciones que forman el tejido sentimental, dejando sus residuales encantos que acompañan los pasos de cualquier noche estrellada, asida vas de mi brazo hasta los muelles cuando la luna se sonríe. ¡No era cualquier noche!... Cuando un sin fin de gaviotas se quedaban atrás volando con los últimos rayos de sol; a cambio, el manto oscuro de la noche envolvía las palabras y las  historias del tiempo, salpicadas por las estrellas y algunas lágrimas que no querían ser sorprendidas debajo de los párpados. Íbamos bajo su cálido manto en compañía de una conversación con sonido de agua…


Siempre hay una alegría en el cielo, siempre hay una tarde que no es la misma de todos los días, siempre hay  unos pasos que te cuentan cosas y otros, que callan mientras escuchan.  La vida es siempre un compartir, un sentir enamorado, complicidad maravillosa que nos hace felices y seguros... ¿Quién ofrece o da esto cada día? ¡No me aburriría jamás contigo sólo por esto! 
Podría ser y pudo ser que algunas veces transgredimos la realidad favorecedora con nuestras acciones, por factores que desconocemos, nos pasa y, si lo pensamos fríamente sabremos que no había razones para convertirnos en recelo de la misma vida que amamos, de la misma Alma que podemos perder y se nos extravía, huye de nosotros no contenta con el albergue que le proporcionamos en resultados que la desnudan .  Hay un tiempo que nos aborrece, un desprecio que nos arrincona, un dolor que nos señala y corrige. Y,  unas elucubraciones muy distantes de la verdadera causa, que sin desearlo, nos manejan cambiando la dirección de nuestro norte. De algo así tan sagrado aprendemos una lección más para dejarla plasmada en algún lugar del cerebro. Y bien triste es pensar que ya la lección la sabíamos y, aún, le damos vueltas a ese momento en que todo se vino en avalancha sepultándonos, desplazándonos del cuerpo lo más preciado que teníamos: El alma del Amor. Alejándonos por completo hasta quedarnos sin aire, fuerza y energía. Vitalidad física y espiritual para seguir viviendo y dejamos de vivir... ¡Nos falta ella!


Respiramos de lo que nos insufla el destino para sentirnos que nos mantiene de este modo. Y, aunque  nos pese saberlo, por lo mucho que tropezamos a lo largo del día en lo mismo, nos acomodamos con más palabras escritas, cuando somos de los hechos, los que demandan con presencia real unos resultados reales, frente a frente. Ellas sólo animan a seguir pero no nos dan la calidez del amor a nuestro lado, aunque  sintamos que es así. Necesitamos abrazo y amor tangible. Ellas van taciturnas por los renglones de las estrofas y montadas en su prosa desbocada,  entristeciéndonos más. Mi ser de alma  se ha acostumbrado a estar fuera de mi alcance, desgonzado del cuerpo como una muñeca rota; pero así era feliz. Porque sólo basta que me miren el rostro para saber de qué se llena. Estoy en un punto intermedio donde poder divisar la realidad, donde poder reencontrarme de nuevo, porque al fin de cuentas ella y  yo, nos conocemos, hemos andado demasiado tiempo juntas los años de esta etapa y los siglos de la eterna, como para que tome una determinación de abandonar sin avisar. Por eso necesitaba el llenar el vacío cada día con su presencia, aunque se haya acostumbrado a estar lejos de mí, de su cuerpo viejo que se quiere menos cuando ella sabe que es el que le sostiene, porque ya me ha dado todo lo que necesitaba.

Me he echado de nuevo mi sayal por los hombros

sentándome en el porche interior a esperarte.

Quiero pasear contigo aunque haga frío
y, aún, el abrazo no siente nuestra cercanía.
¿Sabes?... Bebo y soplo cada sorbo de mi taza

de ilusiones con chocolate. Recofortan.

Me dejaste tan sola que me siento vacía.
Pasó de paso el tiempo a saludarme,
como siempre con prisa... susurrando al oído dijo:
“Todavía no, Vieja, todavía no, que hay un fulgor ante tus ojos”…
Un marco de un paisaje por donde espera pasar tu alma.

¡Y hallé la clave!
Pero no era ésa, era la otra, la que mi alma sabe.

¡Gracias Señor!
...



  *Elisa.

09

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