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sábado, 13 de febrero de 2010

Mi amada Alma:

“Puesto que la vida es bella y eterna. Su belleza le viene de la mortalidad y su eternidad de la inmortalidad.” “El infinito no existe puesto que no es un número fijo, únicamente el amor y la vida son infinitos.”
(En: “Una de las miradas de las cosas”, de Alexander Ritter Almazora Rumazo, poeta mexicano.)

Sibelius

Mi amada Alma:

Sé que estás ahí como el viento que rodea, como una hoja
en su rama que se agita; bajo la fronda muda de tus sombras donde lloras
la mudez  cuando no grita.

Y sé que estás ahí como una fría estatua o, como el mármol y el hielo, congelada;
pero aún en tu corazón sientes el alma de las cosas, un estallido de versos que te llaman o vives de los sueños de los días, cargando uno de amor entre tus brazos; pero, a las espalda te han puesto la medida del peso de una prueba sintiendo su dolor en cada paso.

Aquí, hago de mi invierno que se me va echando encima, huésped austero e imagino a Sibilius tocar su piano para mí; algunas veces, deshojo pensamientos y les pregunto de mi anhelo vano. Otras veces pienso en los rosales celestes... en el tiempo sin ventajas que me queda; en la yerma noche sin espejo y con mi vértigo de siempre, acusando ansiedad por la cabeza donde voy  juntando mis estrellas.

Y coso el tiempo de mis ideas hasta el alba, porque es contumaz  el sentir de la añoranza con su hermetismo en que se cobija la propia vida interior; y las heridas. Donde  sabemos que se siente el alma de las cosas que pasan y nos pasan. 

Comprendo todo en el amor y por el...Lo del mar y su luna, mi cruz... palabras migratorias y sonámbulas,
rumor de flautas dentro, cuando lloran; y hasta al dedo del viento señalando el trino y la vigilia. Censurándolo. Y sé de mi corazón envuelto en fogaradas y su latir húmedo que se derrama por mis manos... ¡Siendo imposible amar más a quien nos sabe...!

Cuando se tiene algo de nosotros en las pupilas, sólo falta cerrarlas para sentirnos vivos con esa metáfora del hombre que imagina...Ser como la hoja del árbol de la vida que se  desprende de el a cada día. El sol, la luz del mundo, parece más oscura cuando vemos que nos sigue con sus pasos lentos nuestra sombra, levantando pensamientos que dejamos atrás con nuestro llanto, viendo que nos espera en todo espejo lo mismo y, mirándonos de forma imperturbable, nos abraza. Hoy tú y yo nos echaremos un pulso con la vida y el premio será el amor que nos tenemos.

 ¡Qué canten las aves y que Dios nunca se nos calle!

Elisa
2010-02-11

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