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martes, 21 de septiembre de 2010

Qué te contara yo... (Prosa)

Qué te contara yo...
si no sé, si en el parpadeo de la existencia, 
me colma la gracia de lo no vivido,
de lo no experimentado,
sintiendo el rubor del alma
cuando piensa.


Tampoco sé, si de mi osadía atrevida
por la confianza de unos ojos, me hechizabas.
O si mi garganta pronuncia palabras que se empecinan
en ser fieles a ellas mismas; 
tomando confundidas el significado de otros sueños,
los mismos míos.
Sé tan poco de la vida que por eso me mantengo aquí
en el temblor de un reflejo oculto, dentro de una lágrima de Dios
pero colmada en mi espíritu. En mi batalla contra el silencio.
Porque, como Él, se está siempre solitario.
¡Hay tanto que no he experimentado, que me da miedo!
La vida se ha encendido para darme su luz,
pero es variable, huidiza, indiferente conmigo en cada llama,
eso sí me quema por dentro...., abrasándome. 
Pero me atrapa para su dolor y queja. 
Me construye desde su fuego teniéndome despierta.


Necesito cada vez más y más  valor y fuerza
para surgir de nuevo a mi propia superficie.
Sé lo que consume, pero no puedo evitar mi desgaste,
que en cualquier momento puede anularme y no tendré el valor de seguir
dejando de ser yo misma para incorporarme al influjo abisal de mi final. 
Mi merecido descanso... ¡Qué más puedo ya pedir a la vida!


Mas en la infinita cosmografía de mi cerebro
aún habito en la penumbra, buscándome a escondidas,
como en un juego infantil. Me lo reprocho...
Qué pobreza, qué mansedumbre,
qué sórdida aridez hay en cada verdad,
de una certidumbre de ser en lo que nunca fue,
¡un colmo de sonrojos!


Siempre hay unos labios esperando,
una nuca llena de misterio que se ha besado.
Hay un hálito recorriendo las estancias
y una cumbre que se escala en la costumbre de amar lo amado;
que sigue escondiéndose de sus propias sombras
sin prescindir de lo que ellas tientan,
ni tampoco de los párpados de la luna
Estamos hechos de atardeceres nostálgicos,
de sueños mutilados y se nos hacen los propios cuerpos 
sillas de ruedas que tienen las almas que empujar cada día.
Qué te contara yo...
cuando hay unos ojos mirándome cuando llega la noche, 
cuando reverbera la tarde en el sonido 
cuando en el silencio absorbe el eco mi grito interior,
mientras partes el horizonte en dos pedazos. 


Mañana, hoy, en cualquier momento, 
la pesadumbre de los días será carga, nunca olvido.
Si no hay remedio, se encenderá su fuego atrevido
reclamando en su crepitar la combustión de pensamientos,
dejando de ser palabras porque se habrán apagado con las lágrimas.
Y, desde su propio dolor por no tenerme, 
uno rebelde y escondido, se guardará siempre dos palabras
¡Así son todos cuando saben de su hechizo,
y uno sólo para sentirse vivos!
No podemos detenerlos, es fuente de todo
si sienten necesidad de ser nuestro gemido:
un poema, un sollozo, el silencio, pero eso sí clamando la tempestad del alma.
Mientras cada cuerpo, desearía no ser para buscar refugio en su nada de miserias.


Elisa.
2010

2 comentarios:

  1. elisa querida

    que temón más existencialista
    se me ha erizado la piel
    y en tantas vueltas de cabeza, me inclino a pensar que es tal
    no podemos detenernos y remendar lo roto...parar el giro conlleva estrepitosos choques con otros giros quizá más fuertes y tumultosos
    lo que si podemos hacer es bajar un poco las revoluciones, y sopesar en dónde elejimos darlo

    cuerpo y espíritu siempre en constante cambio, un tránsito que nos altera el sueño

    besitos de luz

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  2. ""...lo que si podemos hacer es bajar un poco las revoluciones, y sopesar en dónde elejimos darlo

    cuerpo y espíritu siempre en constante cambio, un tránsito que nos altera el sueño."

    Cuando la vida enciende su materia caduca es así como en su combustión ésta se libera de las tensiones, pero muriendo un poco. Se es como un casco de nave roto y hundido, pero si consigue en los arrecifes llenarse de corales y belleza, quizá la vieja nave tenga su encanto para los habitantes y curiosos de las aguas. A veces el conocimiento es una mera casualidad del paso de una recuerdo a través del tiempo; tal vez es eso lo que nos duela, Licha, al desdoblarnos en un poema. Los dones no se desprecian porque sabemos que como el barro necesitan pulirse y también del fuego. No sé si una se desgasta por temor a no perderse en esencia. Debe ser eso. La originalidad tiene un valor y el premio puede ser sentirse aún vivo, en este verosímil milagro de sentirnos en el mundo.

    Mermaré mis revoluciones, lo sé. Pero tú sabes que son las que nos dan satisfacciones. Nos define la naturaleza de la que fuimos creados, ante los que nos definen, cuando aún creemos no estar definidos.

    Gracias por pasar, amiga y poetisa. Se te quiere. Gracias. Elisa.

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