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martes, 26 de octubre de 2010

Luz en la espera (Prosa poética)

 "El amor no dicho es santo y luce como un diamante a la sombra del corazón oculto. Pero en la luz del día importuno parece miserablemente negro..."
º*º*º*º*º

Imaginar y sentir la plenitud de la Vida, las cosas que son del alma tan tuyas como mías,
las que nos fueron regaladas. Porque nosotros fuimos de las tinieblas prisioneros, divididos en una y mil partes y ahora en cada vuelta esperamos liberarnos para sentir las alas; son ellas quienes llevan sin saber nuestro destino, portando una nueva esperanza, porque fuimos "los rebeldes hijos de la Luz". Y con el viento en nuestro pecho, temblando de emociones en la larga espera, fatigados, soñamos con el retorno, proyectamos un nuevo sueño cribando otros males para cumplir cada vez mejor 'nuestra condena'.


A expensas del silencio fabricamos superficiales locuras para mantenernos vivos (albedrío), mientras en el llamado tiempo al que le ponemos nombre para engañar el propio, nos concedemos anhelos para sentir el sol de todas las mañanas. Así acumulamos retales de futuros. Porque para dar un paso sobre la tierra, nos ofrecemos otro aliento que debe ser de Amor y, Aquél que lo predicara como 'amuleto de esperanza', sabía dar las claves para sentir al Hacedor, construyendo en la hondura de cada mirada una sonrisa cierta y para el incrédulo corazón, un toque mágico.

Hemos aprendido del gesto sobrio que se alimenta del instante mismo tan sólo con dar... 
¡Un abrazo de amor y un beso!
Y, al margen de la genetilidad, sin disciplina y amor, sabemos que es el verdadero Amor, salvará al mundo; pero hallamos en una lágrima como sofocar el fuego. Como en la espesura de cada silencio sabemos del canto de las aves. Porque en la cima de cada sueño se nos ha colocado un faro para que sepamos en la tormenta y la bruma, cómo hallar nuestro verdadero Norte. -¿Acaso no es esto parte de una cosecha?

Al amor le traje una guirnalda de estrellas hecha de poemas que até a su cuello. Una corona de flores que puse mientras suspiraba... Sé que ha sido tarde mi llegada y que algunas veces  tienes que sollozar por reconocerme... ¡Pero no temas que yo  también comprendí lo que era el miedo andando por la Vida al enfrentarme al mundo! Necesitaba ofrecerte de nuevo mi corazón por eso me sumergí tantas veces en las aguas de mi mente para hallarte; saber cómo se entienden las voces de la naturaleza porque puedo marcharme en cualquier momento; sin embargo te intuía y eso me daba fuerzas para seguir buscándole. 
He vuelto siendo de la vida para acariciar tus manos mirándome en tus ojos, dejándote un mensaje. 
He dibujado tu rostro y depositado sobre tu piel el regalo de una esperanza. 
La vida propia  es sólo un repostar en el camino. Y con el depósito lleno de otras ventajas que recibimos del mundo, tenemos necesidad de volver de nuevo, pero se vuelve a contemplar su belleza y al mismo tiempo, a sufrir en el espíritu sus males. Única forma de conseguir purificarnos.

... Sabes que te he imaginado espiga y yo, panoja de maíz. 
Se debe entender que venimos a llenar el silo de una larga historia que ha caminado y pisado este mundo, donde los vástagos crecen, pero siempre es y será triste abandonar cada esfera de aire que respiramos, el que nos encierra dentro de la siguiente. Es inútil golpearlas para salir de la propia vida, si todas ellas lo son. Por eso, cuando la una y la otra están cerca, muy cerca, las verdaderas esferas de aire y luz se sienten tan nuestras al entrar una en la otra dentro de su verdadero espacio; entonces, apretamos con el corazón uno sólo de tantos anhelos, que como palomas volarán delante de nuestros ojos, pero sólo una de ellas se posará en nuestro alfeizar; así alivianamos recuerdos porque es necesario darle a la vida una ilusión aunque con el pesar de un mismo vacío, al sufrir la intangibilidad de lo que nos separa, por estar en  otra esfera de pruebas, pero sintiéndonos en lo que nos habita y hiere... ¡Qué castigo más inteligente para templar las almas!

Por eso, como en una plegaria, te pido que me ilumines dentro. Lo puedes hacer, porque eres de mi misma substancia espiritual, así sabré cómo va mermando mi sombra hacia el ocaso, hasta que veas como desaparece una 'rana azul' en su propia charca. Necesitaba y necesito aún escuchar tu voz, agradecer al mundo esta nueva vuelta en que se mueven mis ideas cayendo como pertinaz llovizna. Pedir mil  veces 'perdón' a mis semejantes y a ti; espero que así se entienda, porque hay que pedir perdón por todo hasta a las mismas rosas que se cortan, aunque nos hieran. Así pasa con todo poco a poco y lo voy sintiendo, mientras una hoja de loto se va cerrando en el estanque y apresa, el último hálito de mi aliento muy dentro entre sus pétalos, con unas cuantas gotas de rocío que tiemblan asustadas. Son todo lo que me queda, ellas son los poemas que hago aunque algunos tengan su sabor salobre. 


Sabes que no voy a parar, porque debes entender que, al abismarme en ti, se ha iniciado un proceso irreversible donde el tiempo que ocupa un espacio sacro. No es el pueril entendimiento de lo inmaduro, sí de un grado de conciencia diferente que pertenece a otra dimensión, cuando no se medita la pregunta: "el quiero saber y el por qué..." porque se sabe.

Se comprende, que hace falta tomar conciencia en todos los casos para ser 'normales', sencillamente por no perder nuestro Norte al sentirnos felices aún con sufrimiento y renuncia, aunque seamos menos cuerdos y   eso lo entiendo, porque si lo fuésemos no seríamos de otro color como es mi caso aquí en el mundo... ¡Azul! Ya sé que cuesta trabajo entenderse de una persona septuagenaria; pero sé que no hace falta saber que siendo de agua, no se tiene más sé que la que nos llena de sí mismos, no tratándose de fatuidad en este caso, porque nos sabemos de ella e hijos del mar. Y nada tan simple como bebernos un vaso de agua, sentirla o sumergirnos en ella. Es así como siento mi propia vida a sus orillas, amando las corrientes de los ríos y los arroyos de las venas de la Tierra. Las aguas, el mar, nuestro principio.


Elisa en: "Una Ranita Azul"
2010

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