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lunes, 3 de enero de 2011

En el plano de un espacio (surrealista)


Los ojos de Dios

E
n la frecuencia de los giros se hace la curvatura del círculo. Es fatal si te encuentras la hipotenusa por el camino, si te descuidas puede venir con los ángulos cerrados como siempre y como no mira más que lo que tiene delante, le da de lleno 'a esos ojos' que nos buscan... 
La vida está llena de frecuencias imposibles y de ángulos muertos que ya hieden hartos de esperar; son los que reparten sus giros alrededor de sus órbitas, mientras nos miran... Como podemos imaginar la directa coge la línea muerta, no falla cuando utiliza su sistema de coordenadas y todo método de su análisis matemáticoNo basta que mires para otro lado con miradas oblicuas, como quien no quiere la cosa, porque nos levanta los párpados ¡y allí se mete en el lagrimal y se escapan por la tangente para que lloremos! 

Para encontrar una línea que nos facilite lo deseado hay que proyectarse sobre el mismo plano; podemos buscar su parte recta hasta el extremo del arco por si las cosas saltan enseguida y cualquiera se  atreve a echarles mano... ¡Ah, y no te despistes por el camino, porque son las primeras que se alegran dándoles por avanzar a campo a través como locas desenfrenadas! Pues en amor no falla la geometría analítica.
Así que no hay más remedio que trazar una perpendicular y pararla en el cruce, allí se despistan y se descontrolan las muy locas, todo por alguno de los signos que representan un valor desconocido, así se descubre su incógnita; y sin saber para dónde coger, se queda esperando 'la tangente' atravesada por completo en el camino... ¡y allá que se van todas como Vicente, mereciendo un buen encontronazo por hacerle caso a las del cruce! 

Porque los catetos... -¡Uf, que tipos más molestos!- ... siempre fallan porque se cortan, debe ser porque son tímidos; entonces se dividen y hasta se pueden hacer pedazos en las caídas, como nosotros los  que nos hacemos viejos y allá que vamos ¡para que nos enteremos! O por pretender estar más altos subidos en tacones y así aprendemos a contar escalones si nos pillan en bajada. ¡Pero el suelo si se inmuta porque no se aparta! Si es que las caídas no ocurren más que a los niños y a los que se le pasa la edad. Los primero van tembleques para comenzar a andar hasta que se enderezan, pero los viejos lo tienen chungo, van lo mismo, requetembleques o temblones pero si se enderezan se quedan tiesos por el lumbago, y a falta de amor le andamos dando morrazos al cemento, pero el con su cara de asfalto ni siente ni padece aunque perdamos 'los piños' que nos quedan y se nos puede romper el sacro...monte...

¡Estoy convencida que las teorías no valen para nada, no son precisas pero si sumisas al qué dirán y por eso se aguantan! ¿Cuándo has visto a 'un cateto' formal y capaz de hacer su ángulo? -Bueno, en el recto del triángulo rectángulo, sí,- ¡pero no salen de lo mismo y como nos cojan dentro, no hay salida en el ojo del triángulo, el que sabemos... Ya no estamos para que nos encierren y encima nos pongan rectos.
¡No faltaría más que a nuestros años nos enderezasen la espalda, cuando todavía la vida está llena de curvas, simas y de las otras..., aunque  tengamos cien años.  

Tal como en el génesis, el día sucede a la noche, pero como sea a la inversa, llegas con resaca al amanecer, 
pues en los reflejos diamantinos de las alboradas existen los tugurios de las tentaciones, los que aprisionan las ideas sensatas; y para salir de tanto sortilegio endemoniado hay que recogerse en el camino recto por nuestra cuenta, aunque nos duelan las curvas de las corvas. Necesitamos la esfera del círculo que nos embriague pero que nos abrigue con su magia; por eso no les falta razón a las abuelas cuando recuerdan que hay que andar con los pies por delante, pero no tan pronto, carajo, no tan pronto, pues en esa posición las geometrías de las almas necesitan sus esferas. 

Conozco a 'esas diagonales', son astutas, se conservan en lata convencidas de su valor calórico pero no dan a probar sus contenidos; pero eso sí, alimentan a los triángulos con ojos de ternero manso,  los que no dejan de mirarnos por dónde vamos por si se tropieza. Estos, no se pierden una, aunque se hagan de la vista gorda 
nos ven hasta con el ojo tuerto. A veces, un orzuelo a tiempo les favorecería  porque nos clavan la mirada de vez en cuando. Estorbamos. Es que ellos saben que  cuando nos hacemos mayores nos damos tropezones... 
Seguro que aún se divierten con los siglos que tienen encima y, de la risa que les da, se les salen los ojos de las órbitas triangulares y hasta del cóccix. Te dejo, porque por mi elipse eclosiona la generatriz del verso.
 La hipotenusa ni siente ni padece, pero las rodillas le duelen de tanto mantenerse en los ángulos.)  


Elisa

1 comentario:

  1. Gracias ricardo, pero hay crisis para todos los gustos. Puede que la económica sea más llevadera siendo severo con los excesos en los gastos inútiles, ¿pero dime, qué podemos hacer con esos otros donde se quema inútilmente la energía en una obra necesaria al espíritu y los fantasmas levantan sus cimientos?
    ¡Feliz año, por lo menos que nos quedemos como estemos que ya es algo si la salud acompaña!

    Gracias amigo. Elisa

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