En la profundidad
no hay un vínculo inerte,
sí una gota serena
atravesada de luz.
Si el tiempo nos señala
huyendo desde siempre,
tú y yo, sin perdernos,
consumimos las horas.
Si emergimos en clave
florecieron las noches,
desfilaron las hadas
y los duendes azules.
Tú me sabes del cielo
yo te sé por del agua,
un rocío de tréboles
para mi alma descalza.
La añoranza empobrece
y el espíritu muere;
y de estancas veredas
su palabra fluyere.
Imagina, quién habla...
Quién escribe estos versos,
quién consuela tu sino
quién conjuga sus verbos.
¡Sabes bien quién te piensa,
sabes bien quién se marcha;
quién se lleva la luz
del ocaso que falta!
No te olvides que muda,
me han hablado las hadas;
en los bosques de robles
y castaños que cantan.
Y en las olas tranquilas
me meció la palabra,
fui tu reina de arpegios
coronada de plata.
Fuiste luna, yo luz
Un cimbreo siderio
en un manto de estrellas,
que volaron al cielo.
Un cimbreo siderio
en un manto de estrellas,
que volaron al cielo.
Elisa
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