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jueves, 23 de mayo de 2013

Las cuentas hechas (Prosa)

La Vida nos suma y resta
lo mismo que nos divide;
no multiplica y si merma,
¡pero nos rompe y no vives! 


Me desnudo con las cuentas hechas y hasta el silencio me piensa cuando guardo mi corazón en sus manos. Antes, ¡Dios mío!, antes, la vida se detenía en unas palabras
latiendo profusas en la sangre. ¡Era el amor asomado a cada poro! Me sentía una metáfora en las hojas de mi otoño aún cayendo marchitas por el tiempo,
y su oxidación no me importaba. Hoy mi cuerpo se ha hecho frágil en manos del devenir y se han derrumbado los muros de mi fortaleza. Absorta la luna me mira desde su atalaya sin inmutarse, pues se le han caído todos los astros encima y se mantiene bajo una escombrera, apenas da luz...

Mi anhelo de ayer lo ha mancillado el terror o la inseguridad. Parpadeando en luceros de epitafios la suerte no acompaña si no es echándome las cartas y encima me cobra.
No entendí sus sombras, su idioma, ni mi fogaril apagado pudo darme luces suficiente, cuando aún persistía esta extraña canción dentro de mí con sabor a sal en mis poemas; como si aún ese amor me llamase para abrazarme y olvidase la vida real. No entiendo cómo fluye de la raíz de mi anhelo una armonía maravillosa que me eleva por momentos, ni cómo a pesar de otros dolores se desnuda el perfil de mi alma. A veces pienso que lo mismo que se teme es lo mismo que se comparte. Tampoco el sonido del mar cuando calla su canto está ayudando pero sí reclama embravecido; y lo sé ebrio de su amor al cubrirme de oleajes sin regalarme su miel de almendras cuando se desborda en poemas.
Busco la huella en la luna enamorada, más allá de sus arenas, me hago cáliz dentro para que beba de mi alma si le falta el aire; sabe que es el mismo que respiramos pero duéleme esta pavés que no me ampara, estos temores debajo del tiempo que ya me cubren y sin embargo mi desnudez persiste en la entrega cuando hago de ellas mi cobijo con palabras. Temo que no llegue el ave a otro sol de primavera pues por dentro la rosa se marchita. ¡Dios, sólo pido unas gotas de rocío y respirar su aroma! ¡Será mucho pedir? Decepciona el silencio aunque ahora esté enmudecido de dolor. Lo entiendo también porque es parte de ese claustro donde se encierra el sentimiento.


Elisa

*Año 2010- Las ranas saben, los hombres piensan, el aire lleva, los sueños quedan; mas un silencio todo lo encierra. (Elisa Lattke-09)

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