Vacíos no calma el tiempo
ni nos remienda los rotos,
ni el descanso los pesares...
No hay diferencia, unívocos.
Sólo lo arregla el Amor
con una canción de cuna,
el parpadeo de la noche,
las cumbres...
el mar...
la luna...
Las manos que te acarician,
los astros que te conjuran,
y un beso que siempre sella
a tanta pena profunda.
¡Quien no haya mirado el cielo
nunca ha besado a la luna,
ni ha limpiado sus ojeras
hechas de niebla y de bruma!
Ranita
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