He leído un poema sobre las piedras
y no parecía que quisieran estar calladas...
Más bien sentían a quien las hablaba
con el lenguaje de electrones donde se encierran.
y no parecía que quisieran estar calladas...
Más bien sentían a quien las hablaba
con el lenguaje de electrones donde se encierran.
Mi antología ya está escrita,
está hecha de mares interiores
con el prólogo de las estrellas.
Me ha corregido un sueño inútil
algunos renglones torcidos
y he cambiado su predicado verbal,
porque hago caso omiso de mi sintaxis
al usar el verbo amar en el presente de indicativo.
¡Es que me creo joven!
¡Es que me creo joven!
-Es la costumbre cuando llevas la maleta tan vacía.
Así que las palabras van descabaladas
y es como poesía de corte surrealista,
infiel a lo que se pretende
por estar comprometida
con mis citas que la dejan perpleja.
-¡No para de reír!
¡Ah, pero no faltan aves con agallas de valentía
ni peces con plumas escribientes!
Durante el sueño de las Letras,
las vocales se pasean por los renglones
lo mismo que los ratones cuando duermen los gatos...
Están así todo el tiempo hasta que consiguen despistar
al texto y buscan consonantes amantes...
¡Ja, cuentan sílabas quién lo dijera!
¡Ja, cuentan sílabas quién lo dijera!
Hay quien piensa, que la poética es fácil y liberal
o que hay Antólogos que se drogan de paráfrasis,
claro que sí, mascando gerundios como rapé
eso hacen para mantenerse en forma mientras se iluminan de ideas,
en ese noble ejercicio de escupir palabras...ennegrecidas...
Así que me quedo con mi amalgamiento estético,
con mi armonía fuera de tensiones;
si alguien detenta la parrafada, mejor,
y da por hecho que esto es su modelo literario
y se lo queda para recibir un premio cegado por la tentación.
¡No faltan ínsulas extrañas y personajes que crean en ellas!
¡No faltan ínsulas extrañas y personajes que crean en ellas!
Supongo que todo trabajo creador padece de cojera
y que el sentido de la proporción es un fallo más
y que debo 'cortar rollo', haciendo un ejercicio de autocrítica
para hallar el punto medio o, mejor, el final... ¡Ea!
Ya en el, la tensión se afloja y sales airosamente
vaciando la maleta en mitad del salón.
Ranita.
Cuando viajamos... nos encontramos con los demás: aprendemos. Cuando escribimos... somos nosotros mismos. Me ha gustado tu poema Elisa, lo importante es vaciar la maleta en mitad del salón, y encontrar entre los versos, nuestra imperfección, pero también nuestra pequeña belleza. Siempre es bueno poner en orden, nuestra antología. Un placer leerte.
ResponderEliminarGracias por tu comentario en mi blog, lo aprecio mucho.
Dentro de la ironía que dejas en tus versos hay verdades como puños que nadie puede discutir.
ResponderEliminarUn abrazo y feliz fin de semana querida amiga.