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martes, 2 de julio de 2019

La caricia prohibida


En este paréntesis interior
habita un espíritu reposado;
mas en este fondo del 'nosotros',
estamos como perdidos.
Nos vence el desánimo, el tiempo, la vida...
¡Entonces, ella aparece, está allí llenándolo todo!
Lo que en realidad nos queda de la luz
para saber que hay algo que nunca nos vence;
y abrimos los ojos ante el acontecer humano
que es como vivir en una eterna liturgia;
como, si la divinidad se reflejase en lo que amamos
con la reflexión y admiración que profesamos al sentimiento.
Como si fuese Luz de Amor deseada.

Es un puente que atravesamos en cada renglón escrito.
La palabra nos lleva y trae...
Nos carga de placer por vivir
y cada ser se transforma, se llena del Todo.
Nos descubrimos desnudos y vemos que hay poesía
entre los pliegues envejecidos del cuerpo.
La ancianidad no es una disculpa...
 ¡Estás viva todavía!
Aún hay placer a cierta edad para dar al mundo,
como para sentirse plenamente
y es como un goce culto, por estético,
lúbrico y pasional,
donde la palabra interpreta su 'yo' real;
y escribes lo que se siente,
con esa naturalidad que da el decoro.
Y, como un éxtasis lírico,
donde el sentimiento se llena de placer, entras en convulsiones...
¡Amas la palabra, despierta nuestra química.
y eres el equilibrio de un verso que lo dice todo!
En este paréntesis interior,
habita una mujer anciana
que experimenta aún la vida.
Porque ella, es pasión y es su propio y primordial hallazgo,
un sueño de sensaciones, sentimientos y el poema.

Entonces, sólo entonces,
pasa por el pensamiento la caricia prohibida.

Australia Elisa Lattke Valencia

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