Hay un sentimiento en llamas para un fuego sagrado.
Arden sensaciones y los recuerdos permanecen al borde de abismales pensamientos,
donde se suicidan las palabras que no dije, que se callaron y permanecieron mudas.
En ellas hay turbios destinos que se mantienen silenciosos
y señalan esos rincones donde tus ojos, serenos, lo miran todo;
la lengua me cuenta y avanza entre las ideas jadeantes.
Y sin decir nada más y lo que esconden de todo lo que callan...
la lengua me cuenta y avanza entre las ideas jadeantes.
Y sin decir nada más y lo que esconden de todo lo que callan...
Bebo con sed el agua de mi propia fuente para calmarme.
Todos tenemos una y allí acudimos sedientos de respuestas.
-Porque las palabras que no utilizo, prefiero que no me delaten y abuso de su paciencia
por eso mismo no se atreven a denunciar mis versos, ¡por no ofender a los muertos!
¡Ah, si no conociera la boca del labio que las imita o el gorjeo y el vuelo y hasta el sonido de una gaita,
como la fragilidad con que se rompen los sintagmas, pero sobre todo ver mis lágrimas cobardes!
Porque en ese ritual del miedo y la sospecha
donde la pupila permanece vigilante,
todo, absolutamente todo,
todo, absolutamente todo,
se hace certidumbre con los años.
Hay un resplandor remoto
donde se esconden sus estrellas.
Y, en su luz y las sombras, está presente.
Hay un resplandor remoto
donde se esconden sus estrellas.
Y, en su luz y las sombras, está presente.
Con los silencios también se habla...
ResponderEliminarUn abrazo.