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sábado, 11 de julio de 2009

Del árbol y el ave



Soy del tiempo pasado.
... La que sabe.
Me cubren hojas ocres y verdes,
y otras... Las rojas, ruborizadas
ante la propia desnudez del árbol,
las de un otoño desvestido sin recato.

Dame acá del aire frío,
de la ventisca helada que merezco.
¡Cúbreme con ellos el anhelo
el que siempre me desnuda!
Sólo tengo hecha para ocasos de fríos
la pashmina roja de celajes de tu cielo,
con ella cubro un miedo de amenazas
que me duelen.
Asi es el verdadero amor de mi desdicha,
te ha perdido perdiéndote, Natura.

Dame acá el abrigo de tus brazos ramas,
este helaje inesperado de mi tiempo
que creí tuyo y mío; régalame poemas.
Mas fue de intempestiva lluvia ácida
tu desdicha y la mía, traída por el viento,
cruel invierno nos esperaba con risas de los duendes.
Temo las sombras que acechan los silencios,
y a la brisa cuando acaricia el tiempo.

Dame acá el abrigo de tus brazos ramas,
tu cálido cuerpo tronco que me enraíza;
la columna indomable de tu alzada
donde anidan dos aves...
Las que cantan.
Pon tu corazón en mis raíces,
donde entierro pensamientos de siglos vividos,
en la postrera realidad que se invierte
callada entre sus sombras,
donde me yergo altivo;
orgulloso y vivo,
a la espera de algunas primaveras.

Me importa nuestro sol de las tardes
y la luna de mirada ambarina;
las arenas revueltas de tu playa,
el agua salada de mi adentro
en este Caribe que te besa el rostro,
acompañándote serenamente en cada brisa.
Me pesa el amor cuando se llora,
concebirlo, resignarse y mecerlo entre los versos.
Tú, lo res todo.

Hazme misterio sin herirme,
camina por mi bosque, siémbralo de ideas,
cruza mis veredas de hojarasca;
sendas de amor sin perderte
que no hay minotauros de impostura…
donde es la locura de amar la búsqueda inconclusa.
Donde hay amor, un delicado amor que nos persigue,
puedes desnudarte y bañarte en las fuentes
de mi bosque y en mis ríos.
Soy testigo silencioso de la vida.


¡Hazme mineral o fósil, jade y ámbar,
fuego en magma crepitando
en el interior de tu pecho junto al mío!
Los incendios del alma calcinaron mi vida
para sentirte dentro, fosilizada en mi memoria.
¡Viva!
Señalando con altivez sensata hacia tu cielo
se alzan mis brazos con las raíces clavadas
en la tierra. Refúgiate a mi lado.

¡Y no era de barro la estrella de la lluvia!
y sí del árbol las aves de los sueños!
¡Vestiré con hojas de poemas
la dignidad orgullosa que me alza
en la cruz de amor de mi madero,
pero aún puedes romperme con el hacha
dejando al descubierto los nidos de mis ramas.



Elisa-09[b][/b]

Todos somos UNO, mas en ese TODO que tiene muchos ceros a la izquierda, ni más ni menos de lo mismo, siempre hay otros tantos a la derecha. Matemática exacta.(Elisa en: "Don Anselmo"-09)

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