Metáfora del deseo

A merced del viento
precipitado en surcos
cual semilla errante,
...me desprendo...
y, sin hacerme con el viento
me dejo llevar por el aire;
desdoblado de mi ser en su vacío,
...elevo;
para caer sobre tierra rendido
siendo naufrago de mí mismo en tu vida.

Aún sin saber lo qué he provocado en mí,
porque me gusta, me voy dejando caer.
desprendido de mi alma que te dejo.
¡Yo, el iconoclasta del verso!
¡Tú, la ocasional peregrina!

Sí, me veo que me estoy precipitando
desde la nave de mi cuerpo,
sobre ese surco labrado que me espera,
sintiendo tu fertilidad ansiosa de lo amado;
que reafirme condición de la codicia que te abraza
como fruto imaginado allí en tu vientre, tierra.

Por ese estilo tuyo de silente hechizo
que me convida.
¡Me pierdo!
Pienso en el suave tacto que me acerca
para embriagarme de tu vientre que me encierra;
sintiéndome deseado y bien querido.
Me precipito en la undívaga senda
abandonado de mí para una entrega
...o, para una espera de un 'sí'
¡Me desesperas!

Ya ves, es cosa de un absurdo sueño
que empuja desamor de los pesares,
me desnuda con temor en mis escarchas.
Porque no dejaré de añorar la caricia no dada
y maldigo las tormentas ciegas,
que niegan a mi alma sin pecado
cuando soy del beso, mi tristeza
y del tiempo, la esperanza.

¿Sabes? No me importa dejarme llevar
por mi egoismo espiritual, lúbrico y ciego,
por el manjar prohibido de tan esbelto insecto
el de brillantes alas, el de exquisito vuelo
¡Mi ninfa sobre el agua!
Mi codiciada libélula del jardín de sueños
¡Delicia delicada!

Siento el placer del que desea el amor
de bella lepidóptero sobre la flor del tiempo,
en los sentidos... ¡Mi amor del agua!
Calma de mis incertidumbres,
succión de polen en estambres
siendo flor te estoy sintiendo...
Y en este argüido árbol que se alza,
tengo hambre de fuego, tierra, mar y aire.


Elisa en: Don Anselmo
Julio/07