Amigos, familia y conocidos

viernes, 26 de marzo de 2010

"¿Por qué va a amanecer, verdad?"



¡Claro que sí, amiga mía!




Con el desencanto de lo que perdemos, con el llanto en los ojos, con las manos vacías, los sueños rotos y hasta el corazón partido, amanece. Porque cada día es como una flor nueva cuya corola es el divino sol que resplandece. Nosotros, los seres que poblamos el planeta nos apiñamos alrededor como pétalos de un enorme girasol,  que mira la Luz en su galaxia y aún así, sólo es una mínima parte del Universo, esta enorme flor de la vida que se ilumina... ¡Una flor en el jardín de todas las flores! Vida que razona, medita y piensa, madurando cada día. Que comprende y aprende, sabe, conoce y quiere más, cayéndose y levantándose y haciendo historia pequeña y grande en este lado. Siendo zancadilla para algunos y empujón para otros.


 Países, sociedad, colectivos, familia, conocidos y no. Un asco o ambrosía. Dualidades que nos adjudica el destino, aunque también se equivocan en ese orden. Opiniones que nos dan tristezas y hasta enfermedades, pero todo depende de la labor interior  y de evitar que las opiniones, estados y acciones nos hagan polvo, dándonos pobreza mental sin poder superar la realidad y el control de nosotros mismos. Allí están 'los lobos' del propio hombre, en eso nos convertimos para otros cuando no pensamos o meditamos nuestras malas acciones.


 A veces merecemos correctivos en vez de palmaditas a la espalda y menos golpes de pecho, porque podemos olvidar las reglas y fallar. Otras, nos las merecemos para que nos hagan daño, por ser injustos, pero sirven para ver qué nos queda de dignidad y constatar en esa balanza el peso positivo de nuestras acciones en cada situación y momento. Muchas de ellas son las que nos han realizado en positivo, pero será siempre de los tropiezos que aprendamos, de críticas mordaces y muchas, subjetivas; de cada caida y golpe que siempre son parte de desprecios, no de las alegrías que nos regalan un ombligo nuevo con piercing de egos para enseñar, porque incluso en los halagos puede haber mucha ironía, envidia o maldad encubierta. 


Desencuentros y encuentros, idas y vueltas y allí estamos envueltos en esferas de necesidades, surgiendo en terreno llano y abonado o desde el mismo hielo en un desfiladero seco. Surgimos poco a poco como quitándonos pieles hacia fuera, porque necesitamos brotar de nuevo como plantas después de la estación invernal, abonadas de ideas que nos ayuden a sobrevivir y retomar la existencia, muriéndonos un poco a falta de lo que deseamos o amamos para sobrevivir; pero somos semillas de todo repartiendo en surco de sueños un tributo a la Creación, floreciendo vida para unos y otros; dejando la nuestra a merced de las circunstancias o rota por la adversidad en muchos casos. 


Somos pedazos o piezas de arqueología a cierta edad... Estamos siempre en el interior de algo que nos cubre como pollitos a punto de salir de su huevo, continuamente rompiendo el propio cascaron que nos lanza hacia otra etapa de futuro fundamentado en lustros de años vividos, cuando sabemos que está encima de nosotros la capa que nos encierra y, que cada vez no nos pertenece el mundo cuando hemos vivido más de sesenta años; que vamos siendo menos del mundo pero sabemos que se llega... a poco, que se va llegando y sin frenar, pero se vuelve. Menudo problema. La naturaleza espiritual nunca  fenece, guarda memoria, retorna a ocuparse de nueva vestidura para perfeccionarse en esta escuela. -¡Cuántas qué carajo nos harán falta!-  Somos combustible del universo y tiempo relativo para todos. 
Así que sembremos buenas ideas ahora que podemos, sin quejas inútiles o temores que frenan la sonrisa propia y ajena, somos poetas, para cosechar en el mañana algo o mucho de Amor. 


Podemos pensar que somos oro, plata, cobre o cualquier otro metal o piedra preciosa... ¡En realidad todos somos parte de lo mismo por los componentes que nos forman! Sudor , agua, ceniza y sal..., hasta un día cualquiera antes de nacer o morir. Humor de la tierra, grito en el silencio, amargura con pasamontañas... para que no nos reconozcan. Sueños remendados, telaraña prendida de la niebla, roce que electriza y desafío en una mirada de ternura o pasión. Somos tantas cosas a la vez que por eso escribimos poemas a quien siente todo esto, sin ser o sentir que es poeta o tiene alma para ello, pero Él nos lo da porque nos hace falta. Lo sabe. Es lo que es, sensibilidad a flor de piel, conocimiento de la vida y su sentir tan humano. Nos dispersamos como polen en la brisa porque  llevamos lo mejor de la vida, para alimentarnos con los sentidos de todos y para todos. 


Y, para dejar esta arcilla de nuevo acá debemos pasar por infinitas experiencias y perpetuar el alma, aprendiendo del dolor con llanto, de la enfermedad y sus limitaciones. Aclimatando olvidos, levantando al semejante que ha caído y si tenemos oportunidad de ser líderes honestos y samaritanos o santos, a un pueblo... debemos hacerlo con Amor. No sabemos qué nos espera hacer y ser a cada uno de nosotros. Perdonando más que odiando, amando más que rechazando, doliéndonos por las penas ajenas más que por las nuestras, cambiándolas si es preciso para sentirlas en nosotros. No juzgando y especulando o regalando más pesares. Quizá necesitemos abrazarnos y perdonar más a menudo porque no lo hacemos, por eso nos duele cuando alguien nos abandona para siempre o no nos cree o  no le creímos. Es triste no haber sido capaces de haber hecho lo que queríamos o debería de ser o haberse hecho, para sentirnos completos y podíamos haber pensado, cuando aún se estaba vivo. 


Preparados para todo debemos estar. Poniéndonos la piel del negro o del cobrizo y amarillo... Porque no sabemos en qué momento la naturaleza nos escoge y nos hace más capaces, más fuertes, más indómitos o lo contrario. Naciendo del verdadero vientre de la Madre Tierra, mereciéndola, para no lamentarnos que no estamos contentos  de cómo o por qué no fuimos o somos hombres de bien mientras estábamos sobre ella, perdiendo esa oportunidad que es la que se espera, sin señalar a los otros. Estamos siempre solos ante toda duda, con nuestras culpas interiores y traumas, culpándola a ella de habernos traído al mundo; porque siendo hijos del cielo nos convertimos en esclavos de Natura y es ella la que nos domina, aunque en apariencia parezca que es lo contrario. No es perfecta la educación a este lado de la Galaxia aún no hay equilibrio en esta aula de enseñanzas, perdemos los papeles a menudo. Hay mucho por descubrir y saber con lo que no contamos todavía a favor. 


Somos brote de una fusión, flor y semen de las estrellas. Fermento. Gozo y pudor de ser lo creado y lo vivido, lo sentido y lo deseado, lo oscuro y condicional, lo femenino y singular, lo humano y divino, lo perfecto e imperfecto. Hombre y mujer. Un vuelo y trino de ave visible, pezones en los labios de un infante y beso real en otros labios... Risa de payaso, hojarasca movida a merced del viento, misterio de un tránsito;  veneno y mortaja, nuestra tumba propia o alma errante, cuerpo sin ella,  ángel o demonio. Penetración y gemido de placer, humedad, saliva...voz, sexo de la niebla en noches invernales, sutileza temblorosa en las palabra, recogimiento de lo absurdo, laurel del que está arriba en el pedestal. Un silencio.  La virginidad deseada y la perdida junto a la inocencia. Huella sin dueño. Mendigos y ricos. Cruz y resurrección. 


Carne, hueso y verso de un poema no escrito, una canción; y temple de una cuerda y sonido de una nota con palabras manoseadas. Seremos un nombre, una mano que firma nuestro último relato o poema. Nos dejaremos en ellos la espina y la flor, la mano amiga, el camino, el río crecido y desbordado; el amor que se siente, el que perdona, el que se duele toda la vida, el que se calla para siempre. El que nos sabe... Vejez y muerte. El que se va para no volver a amar porque tuvo miedo de ser feliz o hacer infelices a otros. Seremos destierro, terror, soledad y abandono, belleza y fealdad y hambre de todo. Sobre todo ¡hambre en la nostalgia de habernos perdido la oportunidad de vivir plenamente la vida!


Pero entre tantas y millones de situaciones que se nos pueden ocurrir, amanece cada día para esos millones de seres, aunque sepamos que otros no verán la luz del sol. Habrá quien aún vivo, no estando enfermo, crea que aún no ha amanecido cuando el amor no le abraza y la soledad le acompaña. Que se duele sin meditar porque se ha cansado de esperar y sepa, que la muerte espera un poco más acá del tiempo permitido y con suerte, más allá y, ojalá sanos y con 'luz' hasta el final se llegue con la paz en el alma. La soledad en compañía es lo absurdo del destino. La falta de ternura es la flor sin agua que se seca... y ¿cómo no puede haber noche sin luna o una sola estrella para cada uno de nosotros, si son tantas? 


El corazón es el estuario de nuestro río interior, ese que está vivo por la sangre que circula y por donde navega un sueño permanente, con deseo de sobrevivirnos. Somos el fruto que da el Árbol de la Vida y es apetitoso, pero a veces podemos ser del temor al mañana y no porque no hayan más días de sol, pero sí un abismo sin fondo donde caemos. Una silla rota donde nadie osa sentarse, un pájaro de arcilla que se deshace en la lluvia, pero cantó por última vez en su jaula de oro. Podemos ser esa oscura realidad que se ha acostumbrado a ser palabra iluminada, pero no halla la forma de ver cómo la luz le da de lleno,  y le ciega, porque interfiere un eclipse de negatividad. 


Y ser un concierto de voluntades en el reino de las estrellas, donde nadie oye qué cantamos, nos puede llevar a dejarnos caer dentro de nosotros y no querer salir nunca del propio vacío , del agujero de no sentir lo que tanto nos llenaba o perdimos  por imbéciles. ¿Quién nos escucha desde esa profundidad? 


... 


Hoy tuve memoria de lucero que envidió ser rocío, sobre los pétalos de ese enorme girasol de mañanas soleadas, porque me sentía primavera. He dejado una huella en un relámpago, un paisaje en la retina, un tacto sensible con palabras, un nocturno despegando de una  de una nota de Amor. 
Sabrás que habrán más mañanas. Yo, seguiré preguntándome, por qué tengo miedo cuando pinto noches sin luna, cuando no escucho las ranas ni los grillos, cuando no siento quien me abraza y me dice que 'me quiere'. Cuando un poema sale alegre de mis sienes blancas y mis manos, cuando siendo yo su dueña le lloro y le abrazo. Por eso estaré preguntando si estás ahí para que me abraces, me quieras y me ayudes, cuando te repita de nuevo hasta la saciedad lo mismo, porque un día dejaré de  hacerlo, entonces será porque me habré olvidado de quién soy o,  no estaré para preguntártelo. 


Quiéreme aún y contéstame: "¿Por qué va a amanecer, verdad?"

Ea, que ha salido el sol de nuevo! ¡Y un ejército de palabras se ha arremolinado en mi cabeza! ) 


alattkeva-09 
Ranita Azul.

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