Amigos, familia y conocidos

viernes, 5 de marzo de 2010

Ella sonreía lo mismo que yo



Das Leben ist wie eine Pusteblume, wenn die Zeit gekommen ist muss jeder alleine fliegen…”


Todos los días pasaba por ahí y la esperaba. Nunca dejaba de venir y cada instante, marcaba mis décimas de segundo con su presencia en mi mente, como si de algo imprescindible se tratara. A mí nunca me importaba verla delante y menos, que desplegara su mueca de siempre con su sonrisa, cuando ella era así para todos. Se había convertido en mi obsesión, tanto, que me emparentaba con alguna locura; pero no dejaba de ser agradable mantener mi firme deseo de encontrarme en su presencia, pues la vida de cada cual estaba marcada por su realidad y ello me consolaba. Así que mi constancia me hacía feliz y era mi única compañía.
¿Se daría cuenta de lo mucho que la deseaba?

Nadie me preguntó por qué estaba triste, por qué había dejado de comer, salir, interesarme por cosas, sonreír y, por qué mi carácter antes jovial o
alegre, se había convertido en lóbrego e insociable, permaneciendo sola la mayor parte de mi tiempo. Ninguno sabía quién me acompañaba. No se ocuparon de preguntarme el por qué de mi amargura "teniéndolo todo"... Creían que era "extrañas cosas mías", cuando en ese estado, ella, era la única que me hacía inmensamente feliz.

Sentía por mi rostro algo desagradable, una sensación de no poder respirar más que su hedor... Necesitaba su presencia, que me quisiera, viva y consciente y no podría ser cuando yo quisiera. Así que dejé de comer, por eso era otro aire diferente el que respiraba en mi completo abandono. Me iba acostumbrando a ello con sólo tenerla en mi pensamiento un día tras otro. ¡Qué les importaba a los demás lo que me estuviese pasando! Nadie sabía nada de lo que tenía encima, nadie podría pensar en mi lucha por sobreponerme ante el dolor que sentía, por eso era mi solución, se había apoderado de mi mente.

Entonces, sí que vi por un instante lo que estaba pasando, pude vislumbrar lo ocurrido y le sonreí. Era mi primera sonrisa en mucho tiempo. En 
cambioella siempre tenía el mismo gesto, nunca le cambiaba. Algo húmedo en el lado izquierdo de mi cuerpo me empapaba. Aún seguía allí en el suelo tirada... Era todo agradable, la cuchilla entre mis dedos pero no recordaba nada.

La que me visitaba y yo esperaba, estaba por fin abrazándome. Lo último que escuché cuando me llevaban en una camilla, fue el sonido de una sirena y los gritos de algún conocido lamentándose... "por no haberse dado cuenta de lo que estaba pasando." Alguien con 
bata blanca acompañaba mi cuerpo, se desangraba, pero había alguien más allí a mi lado... ¡la vi, la vi, tenía mi misma sonrisa! Era yo misma que por fin me había encontrado con la de ella, con la de todos... ¡era exactamente igual a mí!

Cuando no sabemos aguantar la espera precipitando el encuentro.
Así transcurrió el poco tiempo de aquel reencuentro, mi pobre cuerpo no pudo aguantar más hasta que aparecí en algún lugar que no era el mío. Dejé de sentir que era. Ya no esperaba a nadie, tampoco era yo la de antes para esperar... Ella había llegado cuando no pensaba que iba a venir, había precipitado mi suerte de la única manera que podía complacerme. Era puntual, no le importaba dónde y cómo, pero por fin había acudido harta de escucharme.

¡Ella sonreía lo mismo que yo!


Elisa.

Feb/10

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