Tentóme el labio de un perfil divino
mirada altiva en ojos como el ámbar.
Amé su luz brillante de mis noches,
testigas fueron, nidos de miradas.
Y de mis tiernos besos, sorprendidos,
que se ocuparon de su noble cara.
Fueron mi estancia de febriles juegos
y del silencio, su pupila sacra.
¡Amóse un cielo y revivieron almas!
Elisa
***
Dame tú la vida y gozo
avecilla de alegría,
apurando cada día
de la vida en un retozo.
Este canto de alborozo
cuando el sol sale y saluda,
que no te quepa la duda
el fulgor de mi alumbrado
cuando cruzan por el vado,
si sé lo mucho que ayuda.
***
En el dulzor de ternura
del oro de tu tesoro,
soy regalo en este coro
con el verso de lisura.
Y te lo doy por ventura
como si fuese una fiesta,
siendo palabra modesta
en la estrofa que se afirma
cuando le pongo mi firma,
a décimas sin orquesta.
Elisa
(De: El dulzor de la Ternura)
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