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lunes, 12 de septiembre de 2011

Estrellas huérfanas

No entiendo esto que  nos pasa,
parece que somos del destierro
¡Y con palabras que nos hacen vivos
se desnuda el tiempo!

Cuentan que somos de un hermético recinto,
que estamos en un lugar de nieblas y silencios
y frena con la muerte cada ciclo.
Pero ese llamado "fenómeno periódico"
lleva melancolía... ¡Qué hacer con ella!
¿Entonces, cuál es el motivo del sufrimiento
si se encarna en pasiones que dan amor?

La ambigüedad no es lo mío
pero es una entelequia,
nunca ironía como parte de mí...
-¡Para otras cosas la quisiera
cuando me gana la prudencia!
Que no existe otro puente que nos lleve
salvo el del amor mismo.

Como alma de mujer voy despacio, excitada dentro;
pues allí, cada ser es servidumbre del cuerpo;
acaso no sabemos porqué se oxidan las cerraduras
y se inutilizan las llaves de los cielos;
¿acaso los ángeles no saben de sus alas
y cómo traspasar los muros
o sentir el aroma de las flores?
-¡Ah, eso no se olvida!

Solo juego a amamantar estrellas huérfanas
para sentirme feliz en este universo,
pues alguna se ha colgado de mis pies
y pesa demasiado.

Elisa

7 comentarios:

  1. Bellísimo poema de una gran poeta, enorme mujer, inmenso ser humano. Te abrazo y te abrazo.

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  2. Es mejor y más prudente querida poetisa, amamantar astros huérfanos de pezón, alguno nos elevará de la melancolía.
    Un beso.

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  3. ¡Muy hermoso poema! me ha encantado, pero al final dónde dices:
    Solo juego a amamantar estrellas huérfanas para sentirme feliz en este universo, pues alguna se ha colgado de mis pies y pesa demasiado.
    Me ha hecho pensar en lo que nos llena ayudar, si lo necesitan los demás con ello ya se está pagado.
    Besos, querida Elisa

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  4. Elisa, tienes un comentario de Clara Schoenborg en "Ranita Azul, un caso de egos simultaneos en las memorias del alma", en El ego censurado, hppt://blogspot.com
    Un abrazo.

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  5. Yo a ti por encontrarte entre tus Egos y sentirme acogida en tu casita de sueños. Dejemos la grandeza a eso que nos atormenta de ser tan poco en la inmensidad y efímero en el calor de la vida. Sólo un soplo más de energía que mantiene la fogata del Amor Sideral.

    Mi abrazo.

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  6. ¡Jajaja; Tati!

    Esos huerfanitos deben sentir mucha sed y si es gratis lo que engullen nos dejan sin pezones... Tragones de pecho, les llamaría y no les basta la oronda amante de la "Vía Láctea", luego, algunos, se quedan dormidos al lado de su osita mayor.

    Besos y gracias por tu comentario.

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  7. ¡Vero, mi querida, Vero!

    Amamantamos estrellas y ellas no les importa que caminemos en su busca, que suframos su lejanñia, que nos mantengamos con el cuello torcido mirándolas... ¡Y hasta pueden caer encima en un descuido!

    Ya lo dices, un abrazo querida. Ah, las estrellas no tienen sexo, ¡pero los luceros también son tragones! ;-)

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