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viernes, 4 de julio de 2014

Elixir de nostalgias... -con: Antonio Vivaldi "La Stravaganza" Concerto No.2 RV.279


La música trae un preludio
al descanso placentero de las luciérnagas apagadas.
"Ahorran energia",-comentan los duendes. 
La vida regala cadencias al movimiento eterno
y, cuando quiere, se 'desnace'.
Las despedidas de las cosas amadas
las da por hechas y repartidas en besos, sonrisas y caricias;
"Son elixires de charca"- añaden-
"Allí se agita el alma de una rana azul para completarse."
Hay trémulas palabras
que se esconden entre las páginas de los libros,
y por sus lomos cerrados, no aguantan su contenido.
Por eso todas se cierran en banda entre sus hermanas
para guardarse de los espíritus críticos y de quien corrige el texto; porque son del sueño agotador que nunca madruga.
Reverberan al alba con sus notas al margen.
Las tardes sepia de los veranos
llevan a las noches iluminadas de luna al insomnio;
porque se amamantan de la Vida
agarrándose bien de su Vía Láctea sin soltarla
y se quedan colgadas de su regazo en forma de babeantes luceros.
 "¡En la oscuridad, todas las noches son negras,
quién las conoce si son iguales,
y quién se ocupa de ellas si no son los poetas!"
-Murmuran los duendes de nuevo
Hay ecos de angustia con sus pareceres mudos
que se se alimentan de estrellas apagadas;
otros, dan gritos en sus desiertos de penalidades
o se sumergen en su soledad de nadas insolidarias,
despertándonos a todos con su dolor a cuestas.
"¡A ver quién se preocupa de lo que no se ve!" -Mucita un duende viejo.
Algunos se ahogan por tragarse sus nadas de polvareda en sirocos,
y, valga la redundancia, de nada vale hoy o el mañana,
porque las nadas siempre son lo que son y pasamos de ellas.
...

En mi país de divagaciones extrañas, se enmudece;
ves a la lluvia cómo surge de los ojos de las estrellas apagadas,
relampaguea en los suspiros y se contagia de hipo
porque se alimentan de rayos tartamudos.
En mi bosque encantado, en el que no cree nadie, se eternizan las estaciones y por eso hay cuatro primaveras;
hay danza de hojas enamoradas del hielo de los otoños ciegos;
los pobres no se enteran en que tiempo viven
y se llenan de poemas de invierno,
estremeciendo a las raíces de los árboles.
¡Para qué se pide más si el amor lo hace todo
y el es y será el báculo de los otoños tardíos!

Algunas neuronas ilusas depositan exvotos para que nada cambie en su santuario.
He visto al viento por las ramas mecerse
con su casaca roja y su bufanda verde.
Se columpiaba en la brisa
y luego montaba en un deseo de sueños encubiertos
por anhelos extraviados;
era un ángel con joroba a sus espaldas
por dormirse atado al cuenco de la luna nueva.
"¡Allá, él, por llenarse de ilusiones!"
Decían y reían los duendes bailando.
Hay una tristeza dentro de todos los seres,
es demasiado profunda y lejana
porque traspasa los silencios.
Ha dejado de creer.
"¡Pero ellos ni se inmutan, son sordos, nadie los oye!"
A coro repiten los duendes y luego murmuran:
"Ni los ojos de los puentes se sorprenden de lo que ven
reflejado en el agua
y dejan pasar el río de lágrimas, sin pestañear;

¡allá él, por llevar una giba de recuerdos de todos los caminantes al pasar por el puente, pues le pesa!"
Al Universo le da dos cominos que se lo cuente,
a los sumo sonríe y se multiplican las galaxias si da una carcajada.
Está preso de los que asedian su intimidad.
"¿Cómo se va a enterar de lo que pasa, más que la "NASA"?
¡Hay espías por todas partes!
los 'Edwardos Snowden lo despistan!- repiten los duendes en un corro.
Es la única forma de sacudirse el moho
y que la humedad no ejerza su rigor sobre los goznes del mundo.
Cambiar los instantes de luz por los que violan el barro y lo copula para que vengan dictadores demócratas a gobernar el lecho de la Paz y la Libertad;
porque, dejar de ser humanidad no les pesa entre los que ignoran sus maniobras, la astucia es su lema;
porque para qué condenar los designios de su naturaleza sólo ellos son dioses de los resultados.

"¡Dejad que sueñen los pobres de espíritu!" -gritan los duendes.
Y todas las ranas uniformadas de verde
 se alistan para atacar a las mariposas y se tiran al agua.

A. Elisa Lattke V. en: "Ranita Azul"

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