En este empeño tan cierto
donde el alma sólo mira,
me comprende quien suspira
siendo amor, no desconcierto.
Es por eso y con acierto,
que quien opina se admira;
y por soñar ya suspira
el mar que sueña despierto.
¡Ay, dame de sus suspiros
en el oleaje y me funda
el aliento que me eleve,
sintiendo danzas y giros,
y cómo el viento lo mueve
y en sus vaivenes transfunda!
A. Elisa Lattke V.
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