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martes, 21 de mayo de 2019

Esclusas (2)



Es que eres un poco de todo
y, ahora, en contenido me contengo
y cosecho sueños por las tardes.
Suspiros y murmullos.

Vigilo mis estrellas mientras duermo,
busco la compañía del sol.
La necesito y lo imagino, detrás de las montañas con la luna...
Enamorados.
Doy un paseo mientras pasa la vida,
ya no pinto nada, pero la pinto a mi manera
y lo escribo, coso y hago algo más...Medito.

El Tiempo ya anda menos y se cansa bastante,
así que nos ponemos de acuerdo y, mientras el mira,
yo leo o cojo apuntes de lo que veo.
Porque para saber de qué está hecho el tiempo que me queda,
se dibujan estrellas de esperanza y una sonrisa de amor.

Siempre hay una esclusa recibiendo
o derramándose en su viaje hacia el mar.
¡Mi mar, mi todo!

Siempre hay un alma que me observa,
unos ojos anhelando un abrazo,
un deseo lleno de temor
por sentir lo que ya se siente
y, una senectud vaciándose de vida;
porque el amor que la
contiene, se ha completado
en el estanque o en sus charcas,
en las agua que lubrican
y calman la lujuria de la palabra;
allí donde levita el espíritu
en su posesión de plenitud
y continencia... ¡Sí, para qué más!
Supliendo las entrañas de resignación.

¡Seguirán los lotos floreciendo!
Sólo se renuevan sus hojas
y caen otras de los árboles.
La ranita se asusta y se refugia
en un corazón dibujado.
Hoy, se ha desprendido una más
sobre una charca.
Sé que estaba allí en el agua, se mecía asustada,
ya no era de la fronda y de sus ramas,
se moría, se hundía agotada, se pudría.
...
Una rana asustada ha saltado al agua,
no le gusta escuchar lo que escribo.
 Y se ha fundido en el limo.
La luna estaba en el fondo del agua.

¡Ah, cuanto sacrificio es fluir en armonía!

alattkeva

2 comentarios:

  1. Encantador poema existencialista. Tienes la sabiduría vigente en tus letras.
    Digamos que la edad no existe y el cerebro es sabio para dotarnos de ilusiones. Prueba de ello...es tu bella e inteligente poesía.
    ...

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  2. Voy... Voy hacia ese centro neurálgico del ser y extraigo lo que el me pone delante y, sumisa, sonrió a la vida y ella me acaricia, como toda vida que sabe de qué se alimenta el ser interior, mi alma y espíritu. El cuerpo lo sabe y calla, se deja llevar...¡Me conoce el gran hechicero!
    Gracias por pasar.

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